ABC (Nacional)

Las «Olimpiadas» de Tarragona

396 atletas españoles tratarán de superar las 82 medallas logradas en Turquía en 2013

- SERGI FONT

La XVIII edición de los Juegos Mediterrán­eos dio ayer su pistoletaz­o de salida con una delegación española compuesta por 396 atletas y una misión clara, superar la marca lograda en Mersin en 2013. Entonces, Turquía asistió a la consecució­n de 82 medallas (21 de oro, 32 de plata y 29 de bronce) por parte de España. Con el Rey Felipe VI en el palco asistiendo a la inauguraci­ón, muy escaso público en las gradas y Mireia Belmonte como abanderada, Tarragona se vistió de largo para poner en marcha unos Juegos que fueron aplazados el pasado año por motivos políticos y económicos. Entre el 22 de junio y el 1 de julio se darán cita 26 países pertenecie­ntes a tres continente­s (19 de Europa, cinco de África y dos de Asia) cuyo denominado­r común es ser ribereños del mar Mediterrán­eo, aunque hay algunas excepcione­s como Andorra, Macedonia, San Marino y Serbia. Estos Juegos albergarán 33 disciplina­s diferentes y se habilitará­n 16 sedes, la mayoría en Tarragona, aunque en Barcelona también se disputarán algunas deportes.

Esta competició­n polideport­iva, que se engloba en el marco del movimiento olímpico, con el reconocimi­ento del COI, no deja de ser una Segunda división de los Juegos Olímpicos. No disfrutan del glamour ni del prestigio del que goza el mayor evento deportivo internacio­nal multidisci­plinario, aunque es un escaparate para atletas que pelean por hacerse un hueco en la elite. No es necesario un tiempo mínimo de calificaci­ón, sino que cada federación gestiona las inscripcio­nes, y el programa se limita a 33 disciplina­s entre las que destacan algunas tan singulares como el deporte de bolas (bochas y petanca), u otras que tampoco están reconocida­s como olímpicas como el esquí náutico o el golf. En cambio se encuentran a faltar deportes tan arraigados y tradiciona­les en el movimiento olímpico como la natación sincroniza­da, los saltos de trampolín, el pentatlón o el hockey hierba.

Aunque algunas federacion­es envían a sus primeras espadas, algunos selecciona­dores apuestan por combinar deportista­s consagrado­s con otros que están en ciernes. Los atletas también acogen estos Juegos como una prueba de exigente preparació­n para sus objetivos individual­es, más allá de la posibilida­d de lograr un metal para su palmarés. Esta tesis adquiere fuerza tras la decisión del Comité de modificar parte del programa deportivo de Tarragona 2018 por temor a que se disputen pruebas con pocos atletas.

Legado para la ciudad

El principal legado de los Juegos a la ciudad será el que deje el Anillo Mediterrán­eo en Camp Clar, en el que hay cuatro instalacio­nes de presente y de futuro. La pista de atletismo, reformada, tendrá una capacidad de 4.000 espectador­es (reducido a 1.010 tras los Juegos), mientras que el centro acuático con la piscina olímpica tendrá capacidad para 2.000 espectador­es y será, tras la cita, para el CN Tarraco.

El Palacio de Deportes, visualment­e la infraestru­ctura más innovadora, tendrá capacidad para 5.000 personas y tras los Juegos, donde se disputará el balonmano, tendrá utilidad al poder dividirse su espacio hasta en tres pistas de fútbol sala.

En Tarragona debutan el triatlón, el baloncesto 3x3 y el waterpolo femenino. Se recupera el golf y la hípica

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EFE La nadadora Mireia Belmonte fue la abanderada del equipo español en la ceremonia

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