SOBREMESA
¿Tan difícil es servir una cantidad que se pueda repartir adecuadamente entre varios comensales?
eguro que les ha ocurrido más de una vez. Cuatro personas sentadas en un restaurante piden una ración de croquetas para compartir. Y cuando el camarero deposita la fuente en el centro de la mesa allí están diez hermosas piezas. Diez. Que son dos y media para cada uno. Toca partir dos piezas por la mitad, o bien que los dos más comilones se coman una más cada uno. ¿Tan difícil es servir una cantidad que se pueda repartir adecuadamente? Parece que sí lo es dado lo habitual que resulta esta situación. Y quien dice croquetas puede decir espárragos, gambas o cualquier otro producto que se sirva por raciones cuando sería perfectamente factible ofrecerlo por unidades. Asombra la falta de flexibilidad de muchos establecimientos, esa rigidez absurda que carece de sentido en un tiempo en el que buena parte de los clientes de restaurantes, tabernas o casas de comidas opta por ese modelo informal y más divertido de compartir primero algunas entradas al centro de la mesa y luego pedir un segundo para cada comensal. ¿No sería más fácil e incluso más inteligente cobrar por unidades? Ojo, esto no ocurre en todos los sitios, pero es bastante más habitual de lo que sería deseable.
Lo que por fortuna sí va siendo cada vez más frecuente es la presencia de las medias raciones en las cartas. Ha costado, pero muchos cocineros y propietarios han entendido que esta fórmula es mucho más adecuada a los tiempos que vivimos, y probablemente más rentable ya que se cobra algo más que lo correspondería a la mitad de la ración entera. Medias raciones que permiten al cliente probar más cosas, o simplemente comer menos cantidad cuando no se tiene demasiada hambre pero sí apetece salir a cenar a un restaurante con unos amigos o en familia. Además, aunque pueda parecer una tontería, se evita así despilfarrar comida en un mundo cada vez más concienciado al respecto.