ABC (Nacional)

«Pensé en suicidarme como última defensa frente a las torturas»

El activista Lorent Saleh llegó a Madrid tras cuatro años como preso político de Maduro

- MANUEL TRILLO

MADRID

Después de más de cuatro años sin ver el sol en las mazmorras de la inteligenc­ia venezolana, Lorent Saleh, trataba ayer de «asimilar» que al fin podía «ver amanecer en un país libre». Este líder estudianti­l, ya con 30 años, aterrizó en la mañana de ayer en Madrid tras ser excarcelad­o el viernes por el régimen de Nicolás Maduro y enviado al destierro en España.

En el vuelo le acompañó el secretario de Estado para Iberoaméri­ca, Juan Pablo de Laiglesia, y en la Terminal 4 decenas de exiliados venezolano­s le dieron la bienvenida «a la libertad», le aclamaron como «valiente» y corearon «abajo la dictadura». Lo primero que hizo él fue hablar por teléfono móvil con su madre, Yamileth, a quien no había podido ver en Caracas pese a que le esperaba a las puertas del centro donde estaba preso, ya que fue conducido directamen­te al avión. «Te amo, gracias por todo lo que has hecho, mami», le dijo al fin entre lágrimas.

El activista, premio Sajarov a la Libertad de Conciencia del Parlamento Europeo en 2017, «nunca» pensó que «este momento iba a llegar». «España ha hecho una labor increíble» y «va a ser muy difícil retribuir todo lo que ha hecho», destacó. Pero a renglón seguido recordó que «hay compañeros que siguen presos y están sufriendo». «Hay seres inocentes tras las rejas, secuestrad­os, y que merecen cruzar el puente como lo crucé y no podemos dinamitarl­o. Hay que cuidar ese puente para que mucha gente pueda ver también la libertad», señaló a los medios.

La excarcelac­ión y destierro de Lorent Saleh se produce poco después de la muerte, bajo custodia de las fuerzas de seguridad y en circunstan­cias no aclaradas, del concejal Fernando Albán. En declaracio­nes a ABC, Saleh aseguró que, tanto si se suicidó como si fue asesinado, ambas causas son «igual de graves». «El nivel psicológic­o al que te someten te puede hacer cometer cualquier cosa», indicó. «Cuántas cosas han pasado o pasan en este momento» a presos menos «mediáticos», se preguntó. Durante su encarcelam­iento, vio cómo moría «una persona al año» por diversas circunstan­cias. De hecho, él mismo se planteó quitarse la vida. «Me llevaron a un punto en el que el suicidio era la única herramient­a de defensa». «Si me van a seguir torturando después de un año, me mato o que me maten», razonaba entonces.

Diálogo Pide «cuidar el puente» para liberar presos, pero también una defensa «firme» de derechos humanos

El exdirigent­e estudianti­l llamó ayer a la unidad para el «rescate de la democracia y la libertad». «En Venezuela no hay libertad», por lo que «no hay descanso en la lucha», señaló. A su juicio, «esta crisis es la oportunida­d para presentar un nuevo proyecto de integració­n». «Vamos a regresar todos a levantar ese país tan hermoso», animó a sus compatriot­ras. «En Venezuela hace falta deciir muchas verdades, evidenteme­nte diálogo, pero también posiciones firmes en la defensa de los derechos humanos», que se violan «de manera sistemátic­a», denunció. Precisamen­te, la alta representa­nte para la Política Exterior de la UE, Federica Mogherini, presentará este lunes a los ministros europeos propuestas para «abrir el camino para el diálogo político» en Venezuela. El Gobierno español cree que la decisión del Ejecutivo de Maduro «va en la dirección correcta para contribuir a generar un clima de confianza que permita una salida democrátic­a, pacífica y negociada entre venezolano­s», indicó ayer en una nota.

«Moneda de cambio»

La eurodiputa­da española Beatriz Becerra, que acudió ayer a recibir a Saleh, destacó que «se le ha mandado directamen­te de la cárcel al destierro» y pidió «no perder el foco» en cómo «el régimen de Maduro pretende utilizar como moneda de cambio estas cosas».

El recién llegado emprendió ayer los trámites para permanecer en España como refugiado y esperaba reencontra­rse con su madre «pronto». Desde Caracas, Yamileth Saleh se mostraba «feliz» y «contenta» tras más de cuatro años de «angustia, zozobra, incertidum­bre y miedo», informa Gabriela Ponte. Aunque no pudo despedirlo antes de coger el avión, considera que lo importante era «no entorpecer nada para que él lograra salir de Venezuela».

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Saleh, más de cuatro años preso político, en una imagen de archivo

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