El Atlético remonta por orgullo y fe
Godín, cojo, desniveló un partido bravo que ganaba el Athletic gracias a Williams
MADRID
El orgullo y la fe jamás abandonan al Atlético, en cualquier circunstancia, en las numerosas victorias y en las escasas derrotas. Ante el Athletic remontó un partido bravo, que siempre tuvo en contra por los goles de Williams. Desestructurado con Thomas y Saúl de centrales, el equipo de Simeone certificó un triunfo impensable en el último segundo con gol del cojo Godín.
Durante algunos lances del primer acto, los centrales de ambos equipos competían por alejar el balón a cabezazos. Una declaración de principios. Godín e Íñigo Martínez encogían el cuello, impulsaban el esférico al cielo y buscaban un valiente que lo domase en función preventiva. Dos equipos ardientes, que buscan y generan espacios en el campo, no requieren obligatoriamente la pelota.
La tuvo más el Atlético, pero es conocido el método Simeone, según el cual la estadística de posesión solo es una conjunción de números sin sentido. Control de juego sí hubo por parte del cuadro colchonero, pero con poca profundidad. No fue elástico el grupo de Simeone, obstinado en percutir sin mucha imaginación contra la zaga organizada del Athletic.
El Atlético echa de menos a Diego Costa. Todo lo que prometía este fichaje de élite, todo lo que ofreció en su anterior estancia, se ha desvanecido como por arte de magia, sin que resulte concluyente ningún argumento. Costa no parece tan veloz como antes, aunque conserva su innata potencia de toro. Pero no llega en situación ventajosa al remate y no logra desembarazarse de sus adversarios. Difícil aportar algún reproche porque Costa se deja la vida en cada trance, esparce ronchas de piel en cada choque, aunque la evidencia salta a la vista. No marca un gol en la Liga desde febrero pasado y tampoco tiene muchas ocasiones.
Toda la codicia combinada con la precisión del pasado martes ante el Borussia de Dortmund fue ayer una ofuscación global, falta de fluidez, poca irrupción desde la segunda línea y escasa penetración por los laterales. Filipe lo intentó pero no alcanzó con facilidad la línea de fondo y Arias centró mal unas cuantas veces para desesperación de sus atacantes.
El Athletic vive días de escasez y bastante tiene con mantener una estructura sólida. La empanada de su enemigo facilitó su acercamiento al área de Oblak. Lo hizo deliberadamen- te por el flanco de Montero, el chaval de 19 años que no se complicó pero tampoco aportó la rotundidad que exige el Cholo a sus centrales. Por ahí llegó el gol de Williams. No por casualidad, Costa y Montero dejaron su sitio a Vitolo y Gelson en el segundo acto.
Lo que vino a continuación fue una sinfonía in crescendo de ardor guerrero. El Atlético creció según se aproximaba el callejón sin salida. Thomas empezó su recital con un golazo sensacional en un disparo desde Cuenca. Lejos de amilanarse, el Athletic golpeó a la contra en un retrato generacional: Williams le ganó la carrera a Godín y ajustó el tiro ante Oblak.
Al Atlético le pesaban las piernas por el desgaste ante el Dortmund, pero no palideció en los veinticinco minutos que le quedaban. Al contrario, ofreció
Fue la decisión que tomó Simeone tras la lesión de Godín, quien pasó a jugar de ariete