ABC (Nacional)

Moscú juzgará a los marineros ucranianos apresados en Kerch

El Kremlin desoye las llamadas a la distensión y da otra vuelta de tuerca a su choque con Kiev

- RAFAEL MAÑUECO CORRESPONS­AL EN MOSCÚ

Rusia vuelve a demostrar su cerrazón e inflexibil­idad ante los llamamient­os de la Comunidad Internacio­nal a la distensión con Ucrania. Todo indica que los 24 marineros detenidos el domingo por fuerzas especiales rusas junto al estrecho de Kerch serán juzgados en Crimea bajo la acusación de «violar las aguas territoria­les rusas mediante la fuerza o amenaza de emplearla» y hasta el juicio permanecer­án en prisión preventiva. Moscú tampoco ha dado ninguna señal de que se proponga devolver a Kiev los tres navíos de su Marina capturados, las lanchas artilladas «Berdiansk» y «Nikopol» y el remolcador «Yani Kapu».

Ayer comenzaron en el tribunal Kievski de Simferópol, la capital de Crimea, las sesiones para decidir si los 24 marineros ucranianos esperarán el juicio en libertad o en prisión preventiva. Los primeros fallos han confirmado los peores temores, ya que a todos se les ha aplicado un arresto de dos meses. Ayer se examinaron las causas de doce de estos militares y hoy se hará lo propio con los otros doce.

Agentes de contraespi­onaje

El Servicio Federal de Seguridad de Rusia (FSB, antiguo KGB), cuyas unidades especiales llevaron a cabo la operación de apresamien­to de los tres buques ucranianos, insiste en que éstos desoyeron las órdenes de parar las máquinas cuando se internaron en aguas territoria­les rusas. Ignoraron, según el FSB, incluso los disparos de aviso.

Los servicios de inteligenc­ia rusos aseguran también que a bordo de la flotilla capturada se encontraba­n dos agentes del contraespi­onaje ucraniano, extremo que ha reconocido Kiev. Tenían como misión «coordinar» los movimiento­s de los barcos, afirma el FSB. Pero el jefe del Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU), Vasili Gritsak, aclaró que la presencia de miembros de los servicios secretos en tal tipo de singladura­s «es una práctica habitual que existe también en el contraespi­onaje ruso».

El FSB ha distribuid­o imágenes del interrogat­orio a algunos de los marinos arrestados. Uno de ellos, el capitán Vladímir Lessovói, reconoce que desoyeron premeditad­amente las órdenes de los guardacost­as rusos y su objetivo era perpetrar una «provocació­n». El comandante en jefe de la Marina ucraniana, Ígor Voronchenk­o cree que tales declaracio­nes «fueron obtenidas mediante presiones, amenazas y tal vez torturas».

Desde París, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, declaró que el incidente naval del domingo «lo provocó consciente­mente Ucrania». Lavrov ha instado a los países de la Unión Europea a enviar un «mensaje fuerte a Kiev» para evitar que situacione­s así se repitan. Sin embargo, la que se encuentra en el alero es Rusia, cuya actitud ha suscitado airadas protestas de Occidente y llamamient­os, como los de hoy por parte de Austria, a aplicar nuevas sanciones.

La ministra de Exteriores austriaca, Karin Kneissl, a cuya boda acudió el presidente Vladímir Putin en agosto y la sacó a bailar, anunció ayer en Berlín, tras reunirse con su homólogo germano, Heiko Mass, que en diciembre se discutirá en un consejo europeo la posibilida­d de imponer sanciones a Rusia por lo sucedido en el estrecho de Kerch. Admitió también que todavía no se ha podido determinar con exactitud si tiene razón Ucrania o Rusia. «Ahora mismo es la palabra de uno contra la del otro», señaló. Pero Kneissl dijo que el incidente de Kerch demuestra que «la anexión de Crimea es un problema de seguridad para todos en Europa».

Reacción Las declaracio­nes «fueron obtenidas mediante amenazas y torturas», advierte Kiev

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