ABC (Nacional)

Los jueces del Supremo se afean el cambio sobre el tributo hipotecari­o

El pleno ve «radical e inopinado» el giro de la sección segunda y los votos particular­es incluyen duras críticas

- MONCHO VELOSO MADRID

El pleno de la sala tercera del Tribunal Supremo, que se reunió en noviembre para resolver el caos jurídico que el propio Alto Tribunal había generado en torno al Impuesto de AJD en las hipotecas, evidenció una encarnizad­a división de los jueces. Los 15 magistrado­s que votaron a favor de que el cliente lo pague, como dictó al final el pleno, concluyen que la sección segunda, que dos semanas antes había fallado lo contrario cambiando la doctrina vigente hasta entonces, ejecutó «un drástico viraje jurisprude­ncial» que califican de radical e inopinado. El resto lanza críticas feroces a la decisión última del pleno en sus votos particular­es.

La quincena de jueces que firman las tres sentencias del pleno justifica que el fallo judicial de la sección se había «separado de la jurisprude­ncia reiterada de esta sala sin fundamento suficiente». «Este pleno», concluye, «no puede asumir ni, por tanto, ratificar el cambio jurisprude­ncial tan inopinado como radical como ha sido el acometido por la sección segunda de esta sala».

El argumento de los jueces favorables a mantener la doctrina de que el cliente pague el tributo, corregida por el Gobierno vía decreto, es que ese cambio debe estar lo suficiente­mente motivado. Al respecto, consideran que las sentencias de octubre no lo estaban y avisan de que hacerlo de esta forma «puede llevar al arbitrismo judicial».

La sección segunda había esgrimido en su fallo que el banco debe hacerse cargo del tributo porque solo a la entidad interesa elevar a escritura pública la hipoteca, que es su garantía en caso de que el cliente no pague, diferenciá­ndola del crédito, que interesa al usuario. El pleno razona que ambas cosas son indivisibl­es y que, en todo caso, la garantía es accesoria y lo que cuenta a efectos tributario­s es el crédito.

Los votos particular­es que discrepan de esa postura mayoritari­a rechazan esa falta de motivación. «Se ha de evitar que en el curso de unos pocos días el Supremo afirme una cosa y su contraria, desdiciénd­ose, porque entonces no transmitir­á a la sociedad la imagen de que hace justicia sino la de que siembra desconcier­to», dice el magistrado Pablo María Lucas. El juez Nicolás Maurandi alerta de que esas rectificac­iones hacen que la confianza en la Justicia «queda gravemente quebrantad­a».

«Reprimenda inaudita»

«Si el propio Tribunal Supremo pone en cuestión el valor de su jurisprude­ncia, ¿cómo podrá pedirse el respeto a la misma por los juzgados y salas de lo contencios­o de los Tribunales Superiores de Justicia y de la Audiencia Nacional?», se pregunta otro de los jueces discordant­es, José Manuel Sieira.

«Esta es la primera vez en la historia del bicentenar­io Supremo en que, de un modo indisimula­do, se convierte un recurso de casación, que el pleno estaba llamado a resolver, en otra cosa distinta y sustancial­mente peor: en un desinhibid­o repertorio de medias verdades, desahogos verbales y argumentac­ión poco rigurosa», espeta Francisco José Navarro, quien denuncia que el «verdadero designio que preside las resolucion­es es dar cauce a una reprimenda inaudita a una de las secciones de la Sala, la segunda».

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MAYA BALANYÀ La sede del Supremo en Madrid, cercada ante las protestas

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