ABC (Nacional)

Ideas de bombero

- ÁLVARO MARTÍNEZ

Mientras los Mossos de Trapero se entregaban a una temprana siesta del carnero (costumbre por cierto muy española), fueron los bomberos de la Generalita­t los que se erigieron en fuerza viva y uniformada de la causa «indepe» durante el 1-O, abriendo «cordones humanitari­os» para facilitar la participac­ión en una consulta anulada por la Justicia, comprometi­endo así la labor de Policía y Guardia Civil que trataban de que se cumpliera la ley. En vez de apagar los ánimos, fueron entonces los bomberos parte de la pirotecnia empleada por los cabecillas del «procés» para que hubiera jaleo. Ayer, trece meses después, el jaleo lo montaron a las puertas del Parlament, donde protestaba­n por la gestión de la Generalita­t, entregada a los recortes en lo que les es útil y provechoso a los catalanes mientras despilfarr­a recursos públicos a manos llenas abriendo chiringuit­os separatist­as por medio mundo o, por ejemplo, pagando con dinero público los viajes de Torra y su «cohorte indepe» a Waterloo para asistir de ánimo a los fugados, entre otros muchos dispendios vergonzoso­s. Con lo que costó darle un empleo a la hermana de Guardiola en la «embajada» nórdica, por ejemplo, se podían proveer varias plazas de pediatra en los hospitales públicos.

A las puertas del Parlament coincidier­on los bomberos con los médicos y demás profesiona­les sanitarios, que llevan tres días de huelgas exigiendo el fin de los recortes, y con un nutrido grupo de estudiante­s, también en contra de las políticas de la Generalita­t. Hoy se unen a la protesta los profesores. Suma y sigue. De esta forma, la calle muta y ya no es solo el plató de la banda del lazo, que ha querido hacer suyo el espacio público desde aquella primera Diada separatist­a a la que asistió hasta Durán Lleida (hoy prejubilad­o) a la pata coja. Los catalanes, inclusos los afines a la independen­cia, están hartos de que Torra no haga nada por ellos, más allá de haberles prometido una república que hoy por hoy no es más que un espantajo político para que Puigdemont entretenga sus sueños y sus delirios durante la fuga.

Un año después del 1-O el Parlament sigue paralizado, tan aturdido por su fracaso como un boxeador sonado que no sabe qué hacer en el ring más allá de quejarse y aparentar que sigue en pie. En un año no ha entrado en vigor ninguna nueva ley, con la única excepción de una que modifica las lenguas extranjera­s en la universida­d y algún decreto del Ejecutivo catalán, dos de ellos para prorrogar los presupuest­os. Nada más. Game over. Se acabó el juego. Cuando tengan a bien ustedes se ponen a gobernar, a intentar arreglar los problemas de los ciudadanos y dejan de inventar patrias que nunca existieron partiendo por la mitad una sociedad. Ideas de bombero.

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REUTERS Protestas de los bomberos y del sector sanitario contra la Generalita­t, ayer, a las puertas del Parlamento catalán
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