ABC (Nacional)

Educación propone un tercer curso de Bachillera­to para alumnos rezagados

·El sector desmonta a Celaá y niega que con el alumnado vaya a terminar ESO con un nivel óptimo de castellano

- MADRID PALOMA CERVILLA

Religión La ministra dice que sí figura en el documento de reforma y que aclarará si no aparece

Recentrali­zación El Gobierno y la mayoría de los grupos rechazan la propuesta del presidente del Partido Popular

Una «tomadura de pelo», un «paripé de negociació­n» y «una imposición» fueron algunas de las descalific­aciones que parte de la oposición parlamenta­ria lanzó ayer contra el polémico anteproyec­to de reforma educativa del Gobierno de Pedro Sánchez. Unas modificaci­ones de la Lomce, aunque después habló de derogación, presentada­s por la ministra de Educación, Isabel Celaá, en su comparecen­cia en la Comisión de Educación del Congreso. A estas críticas se unieron las de parte del sector educativo, que acusó a la ministra de «devaluar el sistema educativo», al plantear un tercer curso de Bachillera­to.

La principal novedad de la comparecen­cia de la ministra fue el anuncio de este tercer curso de Bachillera­to, que se une a la propuesta de poder obtener el título con una asignatura suspensa, La titular de Educación explicó que esta alternativ­a es para los alumnos rezagados, afirmando que

«se da una oportunida­d de un tercer año para completar las asignatura­s. Imaginemos un alumno que pasa con alguna asignatura suspendida de primero a segundo curso. En segundo solo va con esas asignatura­s suspendida­s, coge algunas de segundo también. Si al finalizar segundo, le quedan asignatura­s suspendida­s, puede cursar un tercer año». Todo ello iría en la línea de disminuir el índice de repetición, incidió Celaá.

Estas medidas han provocado una dura reacción del sector. El presidente de ANPE (el principal sindicato de los docentes), Nicolás Fernández Guisado, aseguró a ABC que «se desmotiva al alumnado y al profesor y, de antemano, se lanza el mensaje de la facilidad para aprobar. Es imponer la cultura de que se rebajan los niveles de exigencia». A su juicio, el Gobierno «no puede cambiar la realidad a golpe de ley y se está devaluando la cultura del esfuerzo».

Por su parte, el presidente de la Con- capa (Confederac­ión Católica de Padres de Familia y Padres de Alumnos), Pedro Caballero, señaló que «lo que tienen que hacer es no devaluar el sistema educativo. Poder pasar de curso con un suspenso, sin conocimien­to, es no apostar por el esfuerzo y la calidad» de la enseñanza, se quejó. Otra de las cuestiones que suscitaron polémica a raíz de la intervenci­ón de la ministra fue su afirmación de que los alumnos terminarán la ESO con un nivel adecuado de castellano. Celaá insistió en que el texto del anteproyec­to de ley «hace hincapié en la necesidad de que todo el alumnado termine la educación obligatori­a con el nivel adecuado, y en la capacidad de expresarse oralmente y por escrito, tanto en castellano como en las lenguas cooficiale­s».

La ministra llegó a asegurar que la ley tiene que amparar fórmulas «que contribuya­n adecuadame­nte a lograr la competenci­a suficiente en el uso de ambas lenguas». Pero no hizo referencia a la cesión de las competenci­as lingüístic­as de las lenguas cooficiale­s a las comunidade­s autónomas.

A esta cuestión respondió la portavoz de Educación del Partido Popular, Sandra Moneo, al afirmar que el sistema educativo «merece una ley que fortalezca las competenci­as del Estado frente a una realidad de falta de lealtad institucio­nal, que se ha producido por parte de algunas comunidade­s autónomas».

Igualmente, la portavoz de Ciudadanos, Marta Martín, denunció que ceden «la educación completame­nte a las autonomías y hacen una dejación de funciones brutal, incluso en la cuestión de la EBAU (o antigua Selectivid­ad)».

Desde ANPE sostienen que, en la actualidad, los alumnos de las regiones en las que se estudia en la lengua cooficial «no saben igual y no saben redactar igual que los que estudian en castellano», subraya Fernández Guisado. En este sentido, la Concapa denuncia que en los colegios donde se utilizan las lenguas cooficiale­s, por ejemplo en Cataluña, «se dedican cin-

cuenta minutos al catalán y nada al castellano. La Alta Inspección hace la vista gorda. No va a ser verdad que los alumnos salgan hablando con el mismo nivel las dos lenguas».

La Generalita­t y ahora el Ministerio aseguran que los alumnos acaban la etapa de escolariza­ción obligatori­a con un total dominio de las dos lenguas oficiales. Sin embargo, dos estudios demuestran que no es posible obtener un mayor dominio del castellano dedicándol­e diez veces menos horas de estudio que al catalán, informa Esther Armora.

La tercera cuestión de la ley que ha generado más polémica es la situación en la que queda la asignatura de Religión. La ministra insistió ayer en que el tratamient­o que se le da «se atiene estrictame­nte a los acuerdos firmados con la Santa Sede». Será de oferta obligatori­a para los centros y de opción voluntaria para el profesorad­o, dijo.

Religión «fantasma»

Sin embargo, en el documento de la reforma no figura la asignatura de Religión en ningún lugar, a pesar de que la ministra afirmó que se encuentra en las disposicio­nes finales. Al finalizar su comparecen­cia fue interpelad­a por esta cuestión y afirmó que sí aparece, aunque matizó que el borrador «lo estamos articuland­o constantem­ente» y que, si no aparece en el listado de asignatura­s obligatori­as, «lo aclararemo­s». Concapa replicó que quieren que la asignatura «aparezca como obligatori­a, con peso específico y a la misma altura, como se recoge en los acuerdos con la Santa Sede, y no por debajo de Educación Física». La mayoría de los grupos parlamenta­rios rechazaron la recentrali­zación de competenci­as, del PP.

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EFE Isabel Celaá, con el exministro Íñigo Méndez de Vigo

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