Un paseo nocturno y a octavos
El Atlético derrota a un Mónaco decadente y pasa ronda. Falcao falló un penalti
Sin provocar grandes emociones y en una sesión plácida que no alteró Falcao al fallar un penalti en los últimos minutos, el Atlético se clasificó para los octavos de final de la Champions. Lo hizo ante un Mónaco decadente, que fue una caricatura en el primer tiempo.
El propósito del Mónaco quedó plasmado una hora antes de comenzar el choque. Públicamente se supo que renunciaba a concursar con énfasis en la penúltima jornada de su periplo en la Champions, porque en la mente de Thierry Henry estaría digerido desde hace días. Falcao no apareció en la hoja de alineaciones. No compareció en el Wanda al inicio en un grupo que generó cierta sensación de desamparo. El entrenador requiere a su mejor futbolista para los menesteres de la liga francesa, donde el cuadro del Principado es penúltimo y vive angustiado por la cuchilla del descenso. Reposo en la Champions para Falcao después de su gol al Caen y a pensar en lo próximo, ya que, eliminado el equipo de la mejor competición, había poco que rascar en el Metropolitano.
La ausencia de Falcao fue un chasco para la parroquia colchonera, deseosa de aplaudir al colombiano y de mostrarle el afecto que dilapidó el día que echó a perder su carrera al fiarse de su agente y fichar por el Mónaco. Falcao recibió un detalle del club antes del encuentro y una ovación de la grada.
Sin cuajo
Y hasta ahí el aliciente de la noche porque el Mónaco fue una pena. Como si compitiese contra un boxeador de otra categoría, arrinconado por el peso del estadio, las señales vitales de su presente y la oposición de un adversario que viaja en globo en la Champions, cuatro victorias y una derrota, aquel dolor de muelas en Dortmund. Nada queda de la tropa que ganó la Liga al PSG hace dos cursos y llegó a la semifinal de la Champions. Thierry Henry, recurso de emergencia con caché de estrella mundial, enseñó una alineación B, sin cuajo para enfrentarse a un formación solvente y preparada para ahogar al enemigo al primer error.
No generó un gran juego el Atlético, más o menos previsible, pero marcó en el primer zarpazo (un tiro de Koke que rebotó en un rival) y dirigió la noche hacia su interés de un confortable desfile sin incidencias.
El Mónaco quiso jugar al estilo Setién, un Betis descafeinado que sacaba el balón desde atrás, sin patadones de su portero, arriesgando en cada pase y seduciendo al Atlético, que presionaba a dentelladas y robaba con cierta facilidad. No se asomó el Mónaco al balcón de Oblak en cuarenta y cinco minutos y el segundo del gol llegó por el peso de la lógica: una buena finta de Correa, que aprovechó el resbalón de Jemerson y Griezmann, como si fuera un entrena-
Suplente Pensando en la liga francesa, Henry no alineó de entrada a Falcao y presentó a varios juveniles
miento, a la cazuela. Sesión plácida para el Atlético, cuya trayectoria este curso en la Champions favoreció ese sosiego ambiental: no es lo mismo jugársela ante el Qarabag después de varios tropiezos que medirse al Mónaco con la clasificación para octavos en el bolsillo.
Penalti fallado
Falcao se personó en la segunda parte, vitoreado por la grada con la tonadilla conocida, «Radamel, Radameeel», añoranza de lo que pudo ser y no fue. El Mónaco se quitó el cloroformo de encima y se aseó un poco. El colombiano recogió las cenizas de su equipo y recompuso algo la noche. Pareció algo más su equipo, llegó a Oblak, se revolvió el «Tigre» en un trance que pudo acabar en gol...
Simeone, poco amigo de lindezas, jaleó con brío y manos altas a su equipo, contagiado por la anestesia. En el Atlético está prohibido sestear, como recordó la grada ante la abulia que se cernía sobre el Wanda. La noche pudo torcerse por un mano que no lo pareció de Savic, expulsado en ese lance. Pero Falcao, prisionero en esa jaula de oro, falló el penalti.