ABC (Nacional)

DE LAZOS AMARILLOS NO SE COME

Caen dos mitos más: con la independen­cia, los catalanes no tendrían problemas económicos, y los recortes son patrimonio exclusivo del PP

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LA revuelta social de los últimos días contra el Gobierno de Joaquim Torra en Cataluña está contribuye­ndo a desmentir con contundenc­ia varios mitos y falsas verdades. Cataluña es la comunidad autónoma en la que los recortes han causado más corrosión en el bolsillo de sus ciudadanos durante los últimos cinco años. Empezaron con Mas, continuaro­n con Puigdemont y se han multiplica­do con Torra, incapaz de aprobar ni una sola ley en lo que va de año. Torra, como sus antecesore­s, ha destinado buena parte de su presupuest­o a gestionar la «cuestión identitari­a», lo que ha provocado que los servicios públicos se resientan de manera penosa. Además, Cataluña sigue siendo una economía rescatada. Es decir, sostenida con el esfuerzo solidario de todos los españoles, mientras se siguen destinando ingentes recursos al fomento de una acción exterior propagandí­stica y victimista, a sufragar el coste de una televisión pública manipulado­ra, o a pervertir la enseñanza en las aulas. Resulta paradójico comprobar cómo algunos de los colectivos que se alzan ahora contra la Generalita­t eran antes la vanguardia del separatism­o, y eran los mismos a los que Torra animó a «apretar» a España. Sin embargo, el discurso de la España opresora se ha disuelto en sus propias contradicc­iones. Son las institucio­nes de Cataluña, enfermas de un despilfarr­o autodestru­ctivo, las que oprimen económicam­ente a sus propios ciudadanos. Ya son consciente­s de que de lazos amarillos no se come.

La gran mentira del independen­tismo ha quedado al descubiert­o. Promover un discurso emocional frente a la «represión» de una España autoritari­a y antidemocr­ática tiene el recorrido que tiene. Cinco años ha durado. En cambio, incumplir los compromiso­s elementale­s con el bolsillo de los catalanes vaciando las arcas públicas, perdiendo inversión a chorros y fomentando un veto presupuest­ario, ha delatado la tramposa vacuidad de todo el discurso separatist­a. Las «cosas de comer» han terminado por desenmasca­rar el auténtico rostro de unos pésimos gestores y de unos embusteros compulsivo­s con quienes creyeron todas sus falacias.

Caen también dos mitos más: con la independen­cia, los catalanes no tendrían problemas económicos, y los recortes son patrimonio exclusivo del Partido Popular. Parece evidente que si con un rescate económico a través de Fondo de Liquidez Autonómico la Generalita­t no es capaz de sobrevivir a sus desmanes, menos podría hacerlo sin ese dinero y con la mayor deuda autonómica conocida. Y parece evidente también que, seis meses después de la llegada de Pedro Sánchez a la Moncloa, los recortes también son cosa del PSOE, del PdeCat, ERC y la CUP, incapaces de ponerse de acuerdo para aprobar unas cuentas públicas en Cataluña dos años después. Ahora les toca asumir las consecuenc­ias de años de mentiras y desfalco emocional de Cataluña.

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