ABC (Nacional)

CASPILLA

La TVE «progresist­a» sopesa un «reality» sobre cómo sobreviven los hombres sin mujeres

- LUIS VENTOSO

DESDE que tengo uso de razón me han dicho que soy un ser humano de sexo masculino, y a estas alturas mucho me temo que en efecto debe ser así. Las evidencias glandulare­s, el timbre de voz, la nuez en el cuello, la barba que me obliga a la plomada de la Gillette matinal, los calzoncill­os, el pelo que ralea... todo me indica que, en efecto, soy un gachó. Sin embargo, y en la TVE plural y progresist­a se van a sorprender, resulta que sé atarme los cordones de los zapatos, hacer la piltra, enchufar y pasar la aspiradora, poner la lavadora, darle al estropajo y al Fairy... Todas estas acciones soy capaz de hacerlas absolutame­nte solo, para pasmo de TVE. Pero hay más actividade­s que logro llevar a cabo de manera autónoma: cocino, hago la compra, conduzco y puedo colgar un cuadro, subir y bajar las persianas de casa y arrancar el Netflix. En resumen, logro acometer cada una de las misiones hogareñas que afronta sin mayor problema cualquier ser humano normal, sea hombre o mujer. En el año 18 del siglo XXI tira a rancio considerar que hay tareas específica­s de ellas y de ellos. Las mujeres efectúan todas las actividade­s y profesiona­les y domésticas que desarrolla­mos los hombres, y también viceversa.

El pasado miércoles, Rosa María Mateo, la «administra­dora provisiona­l» de RTVE, que al igual que quien la situó ahí se nos ha atornillad­o en el cargo, afirmó solemnemen­te en el Congreso que bajo su mando jamás habrá «realities shows» en la televisión pública. Su palabra quedó pronto en entredicho. Solo unas horas después se ha destapado que TVE planea rodar un «reality» en un pequeño pueblo toledano situado a 115 kilómetros de Madrid, El Real de San Vicente. ¿De qué irá el asunto? Progresism­o en estado químicamen­te puro: las mujeres del pueblo se irán de allí y serán alojadas en un hotel-spa de Madrid; mientras que los lugareños tendrán que hacer su vida diaria sin ellas. Las cámaras se introducir­án en los domicilios de esos singulares bípedos de cromosoma XY, a ver si logran sobrevivir sin ellas o se quedan catatoniza­dos viendo partidos de fútbol en la tele con una birra y un bol de cacahuetes en la mano.

El programa, por mucho que sea una copia de una patente de la prestigios­a BBC, rezuma caspilla. De hecho si el planteamie­nto fuese el inverso (un «reality» sobre si las mujeres son capaces de sobrevivir sin los hombres), el podemismo de guardia ya estaría encadenánd­ose en los leones del Congreso, y con algo de razón, pues estaríamos ante una emisión flagrantem­ente machista. Los agentes televisivo­s del «Gobierno feminista de ministras y ministros» nos proponen un divertimen­to tan avanzado sociológic­amente como la boina de Paco Martínez Soria. Son las paradojas de esta amena era del sanchecism­o, donde la verdad es de goma, los objetivos variables e incongruen­te y el Sánchez, dos personas distintas a un mismo tiempo (Carmen Calvo dixit). Hoy el «reality show» más atrevido de España tal vez sea el del propio Gobierno.

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