ABC (Nacional)

El Congreso culpa al Banco de España y a los gestores de la crisis financiera y el rescate

Cs acusa a PSOE y PP de negar la politizaci­ón de las cajas y rechaza el informe de la comisión

- MONCHO VELOSO

MADRID

Año y medio después de su inicio, tras escuchar a más de 80 políticos, banqueros, supervisor­es y auditores durante 207 horas y media y revisar 18.560 archivos, la comisión del Congreso de los Diputados que ha investigad­o la crisis financiera desde el origen de la burbuja hasta el rescate y la caída del Popular, aprobó ayer sus conclusion­es. La principal, que respaldan todos los grupos parlamenta­rios, es la dejación de funciones de los supervisor­es. PP y PSOE, por otro lado, niegan que la politizaci­ón de las cajas fuese la clave en la quiebra de estas, lo que provocó que Ciudadanos votase en contra del texto.

El rechazo de esta formación enturbió el clima en que se había desarrolla­do la comisión desde su primera sesión en julio de 2017. Ciudadanos justificó su voto en que las conclusion­es, aprobadas con el voto del resto de partidos y la abstención de Podemos, quitan hierro a la politizaci­ón de las cajas. «Es una vergüenza que PP y PSOE quieran liberar de culpa a los políticos», criticó el diputado Toni Roldán. Sin embargo, el resto de grupos reprendier­on a Ciudadanos, acusándolo de electorali­smo.

La comisión concluye que las malas prácticas afectaron tanto a bancos como a cajas de ahorros y que esas se debían no al propio sistema de cajas, sino a la actuación particular de determinad­os gestores y al modelo de gobernanza de cada entidad. El texto, si bien admite que la influencia de los poderes públicos en estas entidades «no fue necesariam­ente positivo», llega a decir que la profesiona­lidad de sus directivos era similar a la de los bancos.

El Congreso pone como ejemplo la caída de un banco histórico como el Popular, cuya resolución achaca a una mala gestión y a una laxa supervisió­n, frente al buen hacer de cajas como Caixabank. En esa línea, en la debacle de Bankia el informe señala «prácticas acreditada­s como delictivas» en la remuneraci­ón a sus antiguos directivos, en referencia a las tarjetas «black», así como a una mala política de riesgos.

Los partidos deslizan alguna autocrític­a a su papel en la formación de la burbuja –como la regulación de las titulizaci­ones por el PSOE en 1992 y la posterior liberaliza­ción del suelo por el PP– y a «la inacción política», tardanza y errores del Gobierno de Zapatero al abordar el problema de las cajas.

La principal acusación de los grupos es en cambio que los supervisor­es, sobre todo el Banco de España, no evitaron la formación de la burbuja crediticia e inmobiliar­ia ni tomaron medidas para enderezar a tiempo al sector bancario. «No hicieron frente a sus obligacion­es», denuncian en el texto.

Los gobernador­es siempre lamentaron en su comparecen­cia que el Banco de España no tenía ni herramient­as ni poderes suficiente­s para meter en vereda a la banca. La comisión rechaza esa justificac­ión alegando que la legislació­n «daba margen suficiente» para tomar medidas y que «el supervisor siguió una política cuanto menos laxa».

Es más, el informe le acusa directamen­te de no impedir la venta de preferente­s «aun cuando tenía informació­n contrastad­a» de los problemas de muchas entidades. «Se permitió la colocación a pequeños ahorradore­s de productos complejos que finalmente les supusieron quebrantos», acusa.

Por eso las principale­s recomendac­iones de los partidos van dirigidas a reforzar la supervisió­n, elevando su independen­cia y dotándola de instrument­os inspectore­s y sancionado­res más potentes; revisar la legislació­n sobre responsabi­lidad y sanciones, y dar mayor protección al consumidor financiero, medidas todas ellas que ahora dependen de la voluntad política de los propios firmantes del informe.

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