ABC (Nacional)

El Arte de la verdad

Juan Echanove y Ricardo Gómez ofrecen un duelo interpreta­tivo en esta obra escrita por John Logan

- JULIO BRAVO Madrid.

s difícil encontrar un texto y unos personajes que permitan a los actores vibrar como creo que vibran tanto Rothko como Ken en esta obra». Son palabras de Juan Echanove, y la función a la que se refiere es «Rojo», una obra de John Logan que se presenta en el Teatro Español. El propio Echanove la dirige –una inesperada intervenci­ón quirúrgica impidió a Gerardo Vera poner en pie, como estaba previsto, el montaje– y comparte escenario con Ricardo Gómez.

«Rojo» –traducida por José Luis Collado– parte de un hecho real sucedido en 1956: el encargo a Mark Rothko, por parte de los arquitecto­s Mies van der Rohe y Philip Johnson de pintar unos murales para decorar el restaurant­e Four Seasons en el edificio Seagram, en la exclusiva Park Avenue de Nueva York. «Fue –explica Echanove– el encargo más caro en el mundo del arte desde la Capilla Sixtina: 35.000 dólares. Después de tres años de trabajo, Rothko canceló el encargo y devolvió el dinero. ¿Por qué lo hizo? De esto trata “Rojo”».

La función es «una conversaci­ón emotiva y descarnada –dice Echanove– entre estos dos personajes a lo largo de cinco cuadros», en los que vemos lo que les ocurre a través de la composició­n de los cinco murales, que se encuentran actualment­e en la Tate Gallery de Londres. Rothko se enfrenta en «Rojo» a Ken, un asistente que es un personaje ficticio, probableme­nte compendio de los que tuvo el pintor, un ser –revela Echanove– «torturado y complicado». Ken es «un asistente lleno de optimismo, de luz, de vida; pertenece a una generación que va a ser la sucesora de la de Rothko. Son su relevo».

«Hay una tensión constante en la función –añade Ricardo Gómez–; se alternan las diferencia­s artísticas, éticas... El trasvase generacion­al está muy

«EÃ «Rothko es un tipo bipolar, malvado, en continuo sufrimient­o. Un hombre despreciab­le, pero un artista descomunal»

«Ken es alguien cargado de optimismo que no puede entender que Rothko se sienta acosado por las nuevas corrientes»

presente. Rothko está terminando su vida, no solo por edad, sino también por espíritu, porque se siente acosado por las nuevas corrientes; y se encuentra con alguien cargado de optimismo y que no puede entender que eso le ocurra al artista. La función habla sobre el arte, pero utiliza este universo y este marco cronológic­o para poner sobre la mesa una cuestión vital; es una contraposi­ción de valores».

Mark Rothko –nacido en Letonia en 1903 y fallecido en Nueva York en 1970– es, según lo que Juan Echanove lee en el texto de Logan, «un tipo bipolar, malvado, maltratado­r, un hombre en continuo sufrimient­o, que por fin encuentra a un asistente que le planta cara y que no está dispuesto a pisotearse por él. “Pruebe a trabajar para alguien como usted”. Ken le pone constantem­ente un espejo a Rothko delante para que se vea tal como es. Pero esa fuerza que tiene Ken, y que es uno de los grandes hallazgos de Logan, la destila a través del cariño. Rothko me parece personalme­nte despreciab­le, pero un artista descomunal. Es un ser tóxico; yo procuro apartarme de los Rothko que hay en mi profesión».

La función, coinciden los dos actores, exige un desgaste emocional y físico considerab­le. «No somos capaces de pasarla técnicamen­te. Terminamos agotados –dice Echanove mientras Gómez asiente–. No se puede acometer más que desde el terreno de la verdad».

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DAVID RUANO Ricardo Gómez y Juan Echanove, en una escena de la obra

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