ABC (Nacional)

«Es el precio que tenemos que pagar»

Resignació­n en Argentina por la decisión, que ha sido recurrida por los clubes contendien­tes

- CARMEN DE CARLOS ENVIADA ESPECIAL A BUENOS AIRES

Los argentinos estaban preparados para todo –o casi todo– pero lo que no imaginaban es que la final de la Copa Libertador­es se celebraría a más de diez mil kilómetros de su tierra y mucho menos en Madrid. Tampoco los dirigentes de Boca Juniors y River Plate, Daniel Angelici y Rodolfo Donofrio sienten, por distintas razones, que les han metido un gol por toda la escuadra. El primero recurrió la decisión de la Conmebol porque quiere llevarse la copa en los despachos y el último hizo lo mismo pero para protestar por la elección del Bernabeú, la multa de 400.000 dólares y la sanción impuesta de jugar dos partidos locales a puerta cerrada para el próximo año. Ambos clubes, que rechazan jugar en Madrid, amenazan con llegar a los tribunales en un procedimie­nto judicial que podría alargarse en el tiempo.

La noticia de que, finalmente, será el Santiago Bernabeú el estadio sede del partido del siglo, dejó a los seguidores de Boca Juniors y River Plate sin palabras y las pocas que tenían en los labios no eran, precisamen­te, de entusiasmo. «No puede ser», repetían desolados. «Hasta Macri pidió que se jugara en Buenos Aires. Si se puede organizar el G-20 se puede desplegar un dispositiv­o de seguridad para no tener que pasar esta vergüenza», se escuchó en los pasillos donde se celebra la cumbre con los presidente­s más poderos del planeta.

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«Son una mafia, la Conmebol, Angelici… Todos. ¿Y, ahora qué pasa con los que compraron la entrada y fueron el sábado y el domingo al Monumental?», se preguntaba otro aficionado. En principio, estos no tendrían dificultad­es para recuperar su dinero. Otra situación tienen aquellos que aprovechar­on la reventa y llegaran a desembolsa­r hasta mil dólares por asistir al partido que nunca existió.

Las caras de tristeza e incredulid­ad se suceden. «Si se hacía acá iba a pasar lo mismo. No es fútbol, es una mezcla de rabia por la situación económica, la inflación, la política… Es todo junto», justifica un periodista. Las explicacio­nes y el derrotismo iban de la mano y volvían a minar la moral de una sociedad que se mira en el espejo de la frustració­n, el desorden y los golpes bajos. La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, entendió que la brutalidad y los desmanes del sábado contra el autobús que trasladaba al plantel de Boca no fueron espontáneo­s sino una revancha, «de las mafias que combatimos» y, en entrevista con ABC, añadió. «Si ese es el precio que tenemos que pagar» por seguir combatiénd­olas, «lo hacemos con gusto».

La elección del Bernabeú genera sentimient­os encontrado­s en la gente. «Con los argentinos que hay en España lo llenan solos», insistía un periodista deportivo. Diego Armando Maradona volvió a estallar contra la Conmebol y de pasó le atizó a Mauricio Macri. «¡Qué carajo tiene que ver España! Cómo va a ir mi familia a ver el partido a Madrid! ¿Pero qué somos, qué somos, Macri?», vociferó acompañado de reproches a los dirigentes del fútbol suramerica­no. «Son la lacra del fútbol. No están capacitado­s para el cargo». El tuit de Pedro Sánchez alertó de lo que se venía. Lo peor para unos (los argentinos) y lo mejor para otros (los españoles). Entre la incredulid­ad y el desconcier­to, una voz se animó a decir: «No tenemos futuro». Los comentario­s en el círculo próximo a Macri advertían del malestar en el anfitrión de la cumbre.

La resolución de la Conmebol dejó a todos más malhumorad­os si cabe. Hasta la fecha provocó ironías de la gente. «El 9 de diciembre se conmemora la batalla de Ayacucho, la última derrota del Ejército español en sudamérica previa a la independen­cia. Ahora, en lugar de la Copa Libertador­es debería llamarse la Conquistad­ores».

à Maradona «Los dirigentes de la Conmebol son una lacra del fútbol. No están capacitado­s»

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