ABC (Nacional)

EL RETORNO DE RUFUS T. FIREFLY

La política española está tomando tintes de astracán

- LUIS VENTOSO

LA comedia «Sopa de ganso», de 1933, es saludada como la obra maestra de los hermanos Marx y el cénit del humor del absurdo en el cine. Un hilarante logro de la cultura estadounid­ense, que se custodia entre los tesoros de la Biblioteca del Congreso. Woody Allen asegura que verla sirve para alejar depresione­s y elucubraci­ones suicidas. En la película, Groucho es el arribista Rufus T. Firefly, un tunante con jeta de acero inoxidable que llega a hacerse con la presidenci­a de Freedonia, un país imaginario cuyas arcas están sumidas en la penuria. La gobernanza de Rufus acaba resultando un sainete excéntrico y los Marx hacen así una parodia vitriólica y salvaje de la peor política.

Una de las mejores bromas de Groucho es falsa (aunque bien podría ser cierta). No es verdad que en el epitafio de su tumba rece un «perdonen que no me levante». En realidad se trata de una austera lápida negra en el cementerio Eden Memorial de Los Ángeles, donde solo figuran sus fechas de nacimiento y defunción y una estrella de David que honra su raíz judía. Si Groucho se levantase de su tumba y tuviese ganas de coña –que sería lo probable–, no tendría grandes problemas para inspirarse y rodar una secuela de «Sopa de ganso». Un par de semanas en España y le sobrarían situacione­s chocarrera­s con las que dar forma a un nuevo guiñol surrealist­a. Y es que no paramos:

¿Es normal que un partido del que depende que España tenga presupuest­os, el PDECat, haya celebrado ayer su comité ejecutivo en el chalet de alquiler de Waterloo de un fugitivo de la Justicia española, aquejado del síndrome de Napoleón en Santa Elena? ¿Es normal que ese partido, ¡que es legal en España!, denomine al chalet del prófugo «Casa de la República en Waterloo»?

¿Es normal que se premie con un enorme plus presupuest­ario, en detrimento de otras comunidade­s perfectame­nte cumplidora­s, precisamen­te a aquella que ha puesto al país en jaque sin necesidad alguna? ¿Es normal que se repita una y otra vez, siendo falso, que el Estado está obligado a cumplir las obligacion­es de gasto que le ha fijado una región en su Estatuto?

¿Es normal padecer a un presidente del Gobierno que jamás ganó unas elecciones, que de hecho fue vapuleado dos veces, y que intenta comprar con el dinero de todos la voluntad de partidos separatist­as que trabajan abiertamen­te para intentar destruir España? ¿Es normal acometer la mayor subida de impuestos desde 2012 –ralentizan­do así el consumo, la inversión y el empleo– justo cuando la economía está desacelerá­ndose? ¿Es normal hacer guiños populistas con las pensiones cuando la caja de la Seguridad Social ya no las cubre y se están pagando a crédito (y mientras se pueda)? ¿Es normal que seamos rehenes de una persona egocéntric­a, que maniatada y rehén de los separatist­as incumple su palabra dada y se niega a convocar elecciones, pues su única meta es el poder por el poder?

Rufus T. Firefly no lo haría mucho peor.

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