Diego Maradona-Rocío Oliva, las grescas de un noviazgo acabado
Después de seis años, la pareja pone fin a su turbulenta relación, entre rumores de la implicación de terceras personas
La historia que une desde hace casi seis años al astro del fútbol Diego Maradona (58 años) y a la argentina Rocío Oliva (28) tiene todos los condimentos de una serie. Peleas a gritos en distintas ciudades del mundo, reconciliaciones acompañadas de pedidas de matrimonio y discusiones entre miembros de la familia. Sin embargo, el comienzo de 2019 parece haber sido letal para la pareja, que ha tomado la decisión de separarse, a pesar de los planes de boda que tenían para este año.
Si bien el vínculo entre ambos todavía es bueno, los protagonistas de la historia de amor se encuentran separados, a pesar de los problemas de salud que afectaron al exfutbolista de la selección Argentina al cierre del año pasado. Una de las versiones sobre la separación apunta a un tercero en discordia que sería Rubén «el Pepo» Castiñeiras (44), líder del grupo musical Los Gedes.
LAS AUSENCIAS DE ROCÍO. Además de su malestar amoroso, «El Pelusa» tuvo que hacer frente estas fiestas a graves problemas de salud, que hicieron saltar las alarmas en su país natal hace unos días. El pasado 4 de enero Maradona fue ingresado en la clínica bonaerense de Olivos debido a un fuerte sangrado estomacal. Tras 20 horas en observación, se decidió aplazar la operación que se le iba a realizar hasta nuevo aviso. A la salida del centro sanitario, el Diez bromeó sobre su estado de salud y, en declaraciones a la radio argentina «La Red» expresó: «Entré en la clínica con 58 y salí con 50».
Otra de sus recientes apariciones públicas tuvo lugar el pasado fin de semana en el bautizo de su nieto,
el vástago de su hijo que tuvo lugar en el barrio privado de Nordelta. «Muy feliz por ser el padrino», festejó el exfutbolista en su perfil de Instagram. Pero los paparazi posaron su atención en la gran ausencia de Oliva en ambas ocasiones, poco antes de que ella misma confirmara la separación a la revista «Caras».
Mientras que su expareja cumplía con los compromisos familiares, a Oliva se la veía muy divertida en las costas uruguayas del Atlántico jugando al fútbol en la playa –irónicamente, luciendo la camiseta argentina con el número 10–. Allí, la rubia declaró a la prensa que, pese a la separación, ambos continúan en contacto.
Otra ocasión que despertó la atención de la prensa internacional ocurrió en marzo del año pasado, cuando Dalma, la hija mayor del argentino, contrajo matrimonio en tierras bonaerenses y su padre estuvo ausente en el evento. Mientras que su hija daba el «sí, quiero» en Buenos Aires, el Pelusa dirigía un partido de fútbol en Dubái y festejaba un triunfo deportivo regalándole un ramo de flores a Oliva en el campo de juego.
El destino ha querido que, un año después, los caminos de Oliva y Maradona se hayan separado y, además, él se encuentre alejado de sus tres hijas. Mientras Oliva pone tierra de por medio desconectando en las playas de Uruguay, Maradona prefiere guardar silencio.