Una diva, una mujer
«DIVA»
Autor y director de escena: Albert Boadella. Director musical: Manuel Coves. Iluminador: Bernat Jansà. Coreografía: Silvia Brossa. Diseño de sonido: Pedro Lastra. Intérpretes: María Rey-Joly y Antonio Comas. Música grabada por la Real Filharmonia de Galicia. Madrid, Teatros del Canal
No hay en el mundo de la ópera, probablemente, ninguna figura tan seductora como la soprano griega Maria Callas. Durante unos años –demasiado pocos– reinó en los teatros y su manera de encarnar a sus distintos personajes transformó para siempre el mundo de la ópera. Pero su vida fuera de escena fue igual
de fascinante, y debajo del oropel de la gran diva adorada por el público de todo el mundo se encontraba una mujer profundamente desgraciada.
Uno de los capítulos más amargos en la vida de Maria Callas fue Aristóteles Onassis, que le produjo tanta felicidad en el poco tiempo que estuvieron juntos como tormento cuando la abandonó. En esta ardiente relación se ha basado Albert Boadella para crear «Diva» un espectáculo que sigue la línea de mezclar teatro y ópera que cultivara ya en «El pimiento Verdi» y en «¿Y si nos enamoramos de Scarpia?». En esta ocasión, sin embargo, el dramaturgo ha guardado en un cajón su sempiterno vitriolo para componer una tragedia. Sitúa la acción en el apartamento parisino en el que la soprano se encerró los últimos años de su vida; allí prepara un concierto junto con su repertorista, que la ficción transforma a lo largo de la obra en Onassis.
Necesariamente, Boadella pasa de puntillas por la relación entre soprano y millonario, y quedan algunos rincones de la vida de los dos que apenas se iluminan. Mejor es, como cabría esperar, el dibujo de Maria Callas; su amargura, sus inseguridades, sus anhelos destrozados, sus cambios de humor, su desesperanza. El personaje de Aristóteles Onassis aparece más caricaturizado, más zafio; no aparece nunca el seductor que había en él, y sí su arrogancia chulesca. Boadella mueve sus piezas con sencillez en un escenario desnudo; María Rey-Joly sabe extraer de su María Callas la altivez, la elegancia y la desesperación, y además canta los fragmentos operísticos con sutileza y buen gusto. Le acompaña con su corrección habitual Antonio Comas.