UNA DEMOCRACIA CASI PLENA
Exministra, exdiputada socialista y contertulia de Villarejo, la fiscal general del Estado aparece, bien valorada, en los diarios del excomisario
De carácter reactivo, el consenso que hace cuarenta años generó el golpe de Tejero entre la clase política y la sociedad españolas –desde entonces unidad de destino en lo democrático– ha tenido una reciente réplica, igualmente alérgica y generalizada, como consecuencia del calculado ataque de Pablo Iglesias a una nación en la que «no hay una situación –dijo– de plena normalidad democrática». La plenitud democrática que, sin fisuras ni ejercicios de memoria, proclamó el consenso en respuesta al vicepresidente de Galapagar y Agenda 2030 fue una mentira piadosa y coral que frente a un enemigo compartido pasaba por alto cuestiones tan bananeras como el nombramiento de Dolores Delgado como fiscal general, acto fundacional de una anormalidad democrática que el sanchismo comenzó a ejecutar con designaciones como la de la mujer que aplaudía –«éxito garantizado»– los burdeles de información vaginal de Villarejo. En una democracia casi plena, el valor de un manuscrito no depende de la categoría de su autor, sino de su índice onomástico, y es ahí donde Bárcenas encabeza la lista de los más vendidos, ordenados en función de un canon de progreso. Que Dolores Delgado aparezca en los diarios de Villarejo que hoy refleja ABC –«alto grado de complicidad», escribe el excomisario– es casi una licencia literaria en el mercado editorial, casi normalizado, de un país casi democrático.