ABC (Nacional)

¿QUIÉN ES HASEL?

El penúltimo mesías de la furia creció en una familia acomodada, ‘normal y democrátic­a’. Su abuelo paró a los maquis en el 44. En su Lérida natal, Pablo pasó inadvertid­o. Hasel da rubor. La opinión y el puño

- –Disculpe,

MADRID

me perdonará pero no voy a hacer declaracio­nes...

El contexto impone silencio. No pasan 48 horas de que Pablo Hasel fuera ingresado en prisión, las turbas que le reclaman incendian las calles y el prime time, y quien está al otro lado del teléfono es su padre. Gracias señor Ignacio Rivadulla, pero si no habla, otros lo harán por usted...

–Mi hijo es muy independie­nte, yo tengo una forma de pensar totalmente distinta...

Al final de la frase se le pierde la voz, que suena firme, pero se desliza hacia lo casi impercepti­ble. No debe de ser fácil. «Digo que tengo una forma de pensar totalmente distinta, yo no voy a hablar en su nombre, ¿de acuerdo?». Tratamos de conocer cuál es el entorno en el que ha crecido Pablo... «Una familia normal, normal... una familia democrátic­a. Donde nunca se ha inculcado la violencia». Otra vez cuesta descifrar la última parte. Pausa. «Una familia normal –tercera vez–. Clase media». Y al margen, cuál ha sido su educación, el círculo de amigos... «Totalmente normal y disculpe... es muy violento para mí... me gustaría hablar mucho, pero no puedo». Amén.

«No me da pena tu tiro en la nuca, pepero». «Quienes manejan los hilos merecen mil kilos de amonal». «Ros, malnacido, te mereces un disparo, te apuñalaré...». La verdad es que una muestra mínima de la producción mental de Hasel –esa en la que, según la Audiencia Nacional, «late de una manera patente el discurso del odio»– deja a cualquiera sin palabras. En el intento de conversaci­ón interruptu­s con el padre queda suspendida la pregunta sobre la pieza que falta: cómo un chico «que lo ha tenido todo» en esa familia normal, –«deben estar que se mueren», comentan con pesar en su Lérida natal–, cuya vida incluso ha pasado inadvertid­a para sus convecinos, acaba condenado por reincident­e enaltecimi­ento de «ETA, los Grapo, Al Qaida, Baader Meinhof y Terra Lliure».

Aventuran los que entienden que es un rapero macarrónic­o y que al cielo del like que no ha llegado por la vía del talento, ha ascendido por la de la provocació­n. Y ahí está, devenido en mesías de vándalos que se parten la cara por él adoquín en mano. Encarna la libertad de expresión, defienden. Los primeros, los de Podemos, metidos a despenaliz­ar los delitos de opinión y que han pedido ya el indulto de Hasel.

Pues una de libertad de expresión: «Escribo poesía sí, y también puedo decirte "vete a comer pollas zorra hija de la gran puta"». «@IreneMonte­ro ¿no es machismo?», se preguntaba un usuario. Sin respuesta. Otro tuit: «Me ofende que esa zorra crea que voy a hacerle caso por tener coño y dos tetas». Ambos son de 2012, cuando el feminismo tal como es hoy no era de obligado cumplimien­to. En guerra contra todo. Pablo Rivadulla Duró (Lérida, 1988) tenía ese año 24, ahora 33, y ya había sido detenido por apología del terrorismo después de que la Brigada de Informació­n de la Policía Nacional detectara en las redes sus mensajes ofensivos, contenidos también en las letras de su rap.

Sin leyenda

Nacido en una «familia bienestant­e», dicho por vecinos que prefieren guardar su identidad –no conviene arriesgars­e–, le retratan como un joven «bastante parado». Nada de esa rabia volcánica que chorrea por escrito, cuentan.

«Siempre con chándal, todo tirado, que va de pasota y no lo ves agresivo... hasta que empieza a dar golpes a una puerta». Y es que el penúltimo icono antisistem­a no solo se ha sentado en el banquillo por excesos verbales. En junio le cayeron seis meses por agredir a un periodista de TV3, este jueves otros dos años y medio por «maltrato de obra» y amenazas a un testigo en un juicio. Está probado que le dijo «te mataré». Además tiene una causa pendiente de juicio por presunto asalto a la Subdelegac­ión del Gobierno en 2018, protesta por la detención entonces del expresiden­te de la Generalita­t, Carles Puigdemont.

Pero no hay tacha de mayor conflictiv­idad en su adolescenc­ia, menos de delincuenc­ia común, aparte de pintadas –tipo «PP fascista»– que se le vio hacer en su día en la sede popular, y que en las horas de furia previas al su encarcelam­iento se han repetido.

En Lérida remiten a Barcelona, que Hasel habría frecuentad­o en los últimos tiempos. «Nada. No tenemos constancia de que haya estado con los movimiento­s radicales, a pie de manifestac­ión... se le hubiese identifica­do», indica Julia Moreno, presidenta de la plataforma constituci­onalista «S´ha Acabat!».

No hay noticia de un gran currículum académico. Fue de pequeño a la Escola de Pràctiques, pública, aconfesion­al, apoyada en ‘los principios de respeto, pluralismo y libertad ideo

2014, las canciones

Por enaltecimi­ento del terrorismo, alabanzas a ETA o Al Qaeda en canciones que subía a Youtube. No se ejecuta por ausencia de antecedent­es.

2018, los tuits

Dos años por enaltecimi­ento con reincidenc­ia, injurias a la Corona e institucio­nes del Estado en 60 tuits. Hasel los retuiteó. La Audiencia Nacional lo rebaja a 9 meses, condena que cumple ahora.

2020, agresión

Seis meses por agredir a un periodista de TV3 en 2016 tras un encierro . No es firme

2021, amenazas

El jueves se confirmaba otra condena de dos años y medios por amenazas a un testigo de un juicio en el que Hasel se enfrentaba a dos guardias urbanos. Es recurrible.

Causa abierta

Está pendiente de juzgar por presunta participac­ión en un asalto a la Subdelegac­ión del Gobierno en Lérida en 2018 tras la detención de Puigdemont. lógica’, detallan en internet. Después al instituto de FP Escola del Treball y al IES Màriu Torres, también públicos. En cuanto a ganarse la vida, en la cuenta atrás para su internamie­nto, él mismo aseguraba hace dos semanas haber encontrado un empleo «aparte del artístico», «de teleoperad­or» concretaba, razón por la que este «Estado muy vengativo» le encerraba justamente ahora, cuando puede hacerle «más daño».

Un consultado refiere que es «un ni-ni (ni estudia-ni trabaja), solo ha puesto un pie en la universida­d dos veces para atrinchera­rse en ella». «Es un hijo de papá al que no ha faltado nada .... no ha tenido necesidad de ir

Bastante parado «Siempre con chándal, pasota, no lo ves agresivo... hasta que empieza a golpear una puerta»

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