«¡Solo puede haber sido pintado por un loco!»: el mensaje que escribió Munch en ‘El grito’
Así lo constatan conservadores de la Galería Nacional de Noruega tras analizar la celebérrima pintura
MADRID
Dos años después de que Edvard Munch pintara en 1893 ‘El grito’, se expuso por primera vez en Noruega. Fue duramente juzgado. Así, el crítico Henrik Grosch escribió que ya no se podía considerar a Munch como «un hombre serio con un cerebro normal». La Student Society de Kristiania (nombre originario de Oslo) celebró una velada de debate sobre el arte de Munch. El poeta Sigbjørn Obstfelder, entre otros, habló favorablemente de su trabajo, mientras que otros le despellejaron vivo. Fue el caso del estudiante de Medicina Johan Scharffenberg, que llegó a cuestionar el estado mental de Munch. Aquello afectó mucho al pintor, que probablemente estuvo presente esa noche. Décadas después, aún seguía recordando aquel episodio y autodefendiéndose en sus escritos.
Se conoce desde hace mucho tiempo la existencia de una inscripción, apenas perceptible, en la esquina superior izquierda de la pintura, que reza así: «¡Solo puede haber sido pintado por un loco!». Siempre ha desconcertado a los expertos acerca de su origen. La primera vez que se menciona fue durante una exposición en Copenhague en 1904. Un crítico de arte danés pensó que la había escrito un espectador indignado. Teoría que hoy no se sostiene. «Creemos que el propio Munch hizo esa inscripción tras escuchar el juicio de Scharffenberg sobre su salud mental, en 1895 o posteriormente. Es razonable suponer que lo hizo poco después», advierte Mai Britt Guleng, conservadora de pintura del Museo Nacional de Noruega. «Munch era una persona compleja y la razón por la que probablemente hizo esta inscripción es igual de compleja. Quería provocar, pero también quería ser respetado», dice Guleng. En su opinión, pudo haber escrito, en un momento de melancolía o mientras bebía, esta frase, que «puede leerse como un comentario irónico, pero al mismo tiempo como una expresión de la vulnerabilidad del artista».
Edvard Munch diseccionó el alma, comenzando por la suya propia. Y, como Dorian Gray, no debió gustarle mucho lo que vio ante él: un ser alcohólico, enfermo, deprimido, solitario, perturbado mentalmente... «Enfermedad, locura y muerte fueron los ángeles negros que velaron mi cuna», escribe Munch. Con 5 años pierde a su madre, su hermana Sohie murió a los 15 años. También su tía, su abuela materna, su abuelo paterno, su padre... Su hermana Laura padecía esquizofrenia. A los 48 años estuvo internado ocho meses en un psiquiátrico de Dinamarca. «Desde que tengo memoria he sufrido un profundo sentimiento de ansiedad que he tratado de expresar en mi arte –escribió Munch–. Sin esta ansiedad, habría sido como un barco sin timón».
Caligrafía y luz infrarroja
Aprovechando que la pinacoteca está cerrada hasta 2022, se han llevado a cabo estudios caligráficos (comparando la inscripción con la letra de Munch en sus cartas y diarios) y análisis del cuadro. Gracias a la luz infrarroja, la inscripción es claramente visible. Munch hizo cuatro versiones de ‘El grito’: tres están en Oslo (dos en el Museo Munch y una en la Galería Nacional de Noruega). La cuarta fue adquirida en 2012 por Leon Black en una subasta por casi 120 millones de dólares. La del Museo Nacional de Noruega es la primera.
Fue en la colina Ekeberg donde Munch tuvo una revelación casi divina que dio origen a ‘El grito’, símbolo de la angustia del hombre moderno. Así lo explicaba el artista: «Me encontraba paseando con dos amigos. El sol comenzó a ponerse. De pronto el cielo se volvió rojo como la sangre. Me detuve sintiéndome agotado y me apoyé sobre la valla. Lenguas de fuego y sangre se extendieron sobre el fiordo negro azulado y la ciudad. Mis amigos siguieron caminado. Yo permanecí allí temblando de ansiedad y sentí un grito interminable que atravesaba la naturaleza».
Inscripción Se cree que pudo hacerla después de que un estudiante de Medicina cuestionara su estado mental