Siete técnicos y ningún estilo
Obsesionarse con la Champions suele ser más contraproducente que efectivo. Messi y su «deseada» no han vuelto a bailar desde 2015 y, por su parte, el PSG, un rodillo de entrenadores desde la llegada de los petrodólares, no había pasado de octavos hasta la temporada pasada. El Chelsea, en cambio, accedió por primera vez en su historia a ella en 2012, casi de casualidad, porque en una competición tan indescifrable como esta la pizca de suerte siempre entra en la ecuación. Con Roberto Di Matteo al mando como interino tras el despido de Villas-Boas, los londinenses avanzaron en la temporada y de manera sorprendente acabaron venciendo al Barcelona de Guardiola en las semifinales y al Bayern de Múnich en la final. Fotogramas como el gol de Torres en el Camp Nou o el de Drogba a Neuer en Múnich ornamentaron una gran historia, irrepetible incluso, pues pese a los esfuerzos económicos de Abramovich y los diferentes estilos y nombres que han pasado por el banquillo de Stamford Bridge, el trofeo no ha vuelto a sus vitrinas.
Thomas Tuchel, nuevo inquilino desde enero, es el último de los siete entrenadores, de seis nacionalidades diferentes, que han pasado por el club inglés desde la consecución de la Liga de Campeones hace ya nueve años. Difícil es encontrar un hilo conductor entre ellos, una filosofía que dirían los más elitistas. Una especie de tormenta de ideas que ha llevado al cargo a hombres con fundamentos futbolísticos tan dispares como Rafa Benítez, José Mourinho (en su segunda etapa en el equipo), Guus Hidink, Antonio Conte, Maurizio Sarri o Frank Lampard.
Ninguna de las propuestas ha servido para que la entidad vuelva a pasearse por las altas esferas de la Champions desde que alzó la copa. En 2013 fue eliminado en la primera fase en un grupo formado por la Juventus, Shakhtar y el Nordsjaelland danés (el tercer puesto le daría acceso a la Europa League, que acabaría ganando con Benítez). Curiosamente, al año siguiente sería el Atlético, su rival esta noche, quien privaría a los anglosajones de una reválida. Fue en unas semifinales y en Londres cuando los madrileños, con goles de Adrián, Costa y Turan, hicieron historia al clasificarse por primera vez para una final de la competición, la de Lisboa. Si al Atlético la experiencia le dirigió a Milán dos años después, a los británicos les llevó a adentrarse en una carrera sinuosa, la de los octavos, donde caerían cuatro años de forma consecutiva.
El Chelsea, desde la llegada de Tuchel, admirador de Guardiola desde que se enfrentaron en la Bundesliga, juega con el libreto del nuevo fútbol alemán debajo del brazo, el de vanguardia, o al menos eso intenta. El teutón ha dirigido siete partidos con cinco victorias y dos empates como resultado, sin alardes eso sí.