Escuelas del torero
—Son dos toreros que ilusionan, con un corte bastante sevillano. El tiempo será quien decida. Lo más ilusionante es que se puede creer en ellos. Otra cosa es que la suerte los acompañe. La afición les tiene puestas mucha esperanza y fe. —Dicen que los de arriba cierran las puertas a quienes tratan de abrirse camino, pero usted los ‘apadrinó’ en Ronda y Córdoba.
«Ser torero es un sentimiento, una forma de entender la vida. Una especie de religión»
«Antiguamente los toreros se diferenciaban por lugares. Ni leían la misma prensa ni vivían el mismo folclore»
—Me acuerdo de que en Ronda, cuando le regalé el sobrero a Pablo, y se lo comenté a mi gente, me dijeron: «¡Qué dices! ¿Tú estas loco? Que no pasa nada». Y les respondí que no, que hacen falta toreros nuevos que ilusionen. Yo nunca he sido avaricioso en ese aspecto. Fíjate que vengo a Sevilla todas las tardes rompiendo plaza. Me gusta que se le dé la oportunidad a gente nueva. Y no son dichos, son hechos. El ir por delante es un orgullo y es señal de que te mantienes en el tiempo. La antigüedad es un grado. Hay algunos que quieren ir siempre en segundo lugar. Yo no. Si hay que ir por delante, se va y no pasa nada.
—Ramón Valencia reiteró su deseo de que el torero nuevo fuera por delante.
A un chaval que toma la alternativa hay que cuidarlo, no utilizarlo como telonero. Estoy en contra de esas nuevas confirmaciones que hacen por todos sitios. Te dicen: «Voy a confirmar a un chaval». Mire, no, usted no va a confirmar a un chaval, usted lo que quiere es un telonero.
—¿Y por qué no piensan igual sus compañeros?
—Cuando los veas, se lo preguntas. —Antes de marcharnos, ¿se siente uno torero sin torear?
—Sí. Yo estoy en activo, pero no me dejan torear. Ser torero es una sentimiento, una forma de entender la vida. Una especie de religión. Al igual que no hace falta ir a misa para sentirte cristiano, uno se puede sentir torero sin torear. En resumidas cuentas, el toreo es una filosofía.