Su último gesto con el Rey
Borbón se estableciera en España y la Hannover en Gran Bretaña, esta relación se reforzó en 1906, tras el enlace de Alfonso XIII con Victoria Eugenia, y se estrechó aún más cuando su hijo, Don Juan de Borbón, tuvo que abandonar España, tras la proclamación de la II República, y continuó su formación como marino en la famosa Academia inglesa de Darmouth. Durante aquellos años de exilio, el Conde de Barcelona visitaba con frecuencia a la Familia Real británica, que le acogió con gran cariño.
Varias generaciones
Don Juan se encontraba a bordo de uno de los buques de Su Majestad británica, cuando su padre le comunicó sus nuevas responsabilidades como Príncipe de Asturias y Heredero de la Corona, momento en el que tuvo que tomar una de las determinaciones más importantes de su vida: renunciar a la Marina.
Con tantos lazos históricos y familiares, lo que menos se podía imaginar el Conde de Barcelona era que su hijo mayor, Don Juan Carlos, se iba a mostrar reacio a estudiar inglés, como reacción a la ocupación británica de Gibraltar. Pero era tal la relación de confianza con la Familia Real británica que fue precisamente la Reina de Inglaterra quien hizo cambiar de actitud al joven Príncipe. «Mi padre me hacía reproches, mi abuela también y mis maestros me reñían. Almorzamos con la Reina de Inglaterra y mi padre dijo a Isabel II: “Siéntate junto a él para que se avergüence de no poder responder a tus preguntas”. Y así ocurrió».