Leyenda del Estudiantes
Apellido ilustre del baloncesto, fue jugador, técnico, directivo y gerente del club colegial
Antes de que el baloncesto nacional fuera la constelación actual de estrellas, campeona del mundo la selección y con muchísimos jugadores en la NBA sin que ya nadie se sorprenda con ello, hubo gente que se dejó el alma por el deporte de la canasta. Un personaje inolvidable fue Fernando Martínez Arroyo, mito del Estudiantes porque fue alumno del Ramiro de Maeztu, jugador en todas las categorías, entrenador, directivo, gerente, patrono… Además, era parte de una de las sagas más importantes del baloncesto español, un apellido con denominación de origen.
Fernando Martínez Arroyo, tal y como destacaba ayer el Estudiantes, llegó al primer equipo en la temporada 1966-67 y estuvo hasta la temporada 1971-72, con el subcampeonato liguero de su primera temporada como gran hito deportivo. Cuando dejó las zapatillas, cogió la pizarra y fue entrenador del primer equipo en los años 70, ayudante de hombres como Jesús Codina o José Ramón Ramos y entrenador jefe en ocasiones. Y luego, en los 80, se puso la corbata para actuar en los despachos entrando a formar parte de la directiva. Posteriormente, asumiría el cargo de gerente del club (desde 1985 hasta 2001) y regresó a la junta directiva. También fue patrono de la Fundación Estudiantes desde su creación, en el curso 200001.
Dicho está en la introducción, formó parte de una de las sagas más importantes del baloncesto nacional porque era hermano gemelo de Juan Antonio Martínez Arroyo, 70 veces internacional por España, y sus otros hermanos, Luis y Manuel, también jugaron en el conjunto estudiantil; además, dos hijos de Juan Antonio, Pablo y Gonzalo, fueron jugadores del club colegial.
El Estudiantes experimentó un importante crecimiento con Martínez
Arroyo como directivo, sobre todo en el ámbito deportivo. De hecho, participó de manera activa en la época más brillante de la entidad, ya que en la década de los 90 fue uno de los equipos más poderosos de la ACB y también cosechó grandes resultados en las competiciones continentales. Ganó la Copa (1992 y 2000), participó en la Final a Cuatro de Liga Europea de 1992 (perdió en semifinales contra el Joventut y terminó cuarto al caer contra el Milán en la final de consolación), fue subcampeón de la Copa Korac de 1999, también se contentó con el subcampeonato liguero de 2004 y alzó la Copa del Príncipe de 1986. Además, impulsó la sección femenina y ayudó con los primeros ascensos.
«Hacemos nuestro el dolor de sus familiares y amigos por esta pérdida», anunció ayer el club, que le dedicó un minuto de silencio en su memoria antes del duelo ante el Obradoiro. No pudo dedicarle la victoria. «Ha sido todo en nuestro club», lamentó el Estudiantes.