ABC (Nacional)

La nueva política ya lo sabe todo sobre usted

- BRUNO PARDO PORTO

Los partidos tienen claro dónde vive, en qué trabaja, qué series ve y hasta si es narcisista o hipocondrí­aco. Líderes como Nayib Bukele, el jovencísim­o presidente de El Salvador, deben su éxito al análisis de ‘big data’ y a la desaparici­ón de la privacidad en el entorno digital

Alos espectador­es estadounid­enses de ‘The Walking Dead’ les preocupa mucho la inmigració­n, y los de ‘NCIS’ suelen ser contrarios a iniciativa­s para reforzar la salud pública como el ‘Obamacare’. La extraña coincidenc­ia fue revelada en 2016 por Jared Kushner, marido de Ivanka Trump y responsabl­e del diseño de la insólita campaña que llevó a su suegro a la Casa Blanca, en la que el análisis de ‘big data’ fue fundamenta­l para detectar nichos de descontent­o, y atacar ahí: a los entusiasta­s de los zombies, por ejemplo, o al ‘cinturón de óxido’ de Michigan o Wisconsin, estados clave con una cla

se obrera tan hostigada como enfadada, y a los que él sedujo a base de tuits.

Detrás de esas maniobras había cientos de horas de análisis. Durante meses su equipo elaboró perfiles de potenciale­s votantes cruzando informacio­nes, después los geolocaliz­aron y prepararon mensajes específico­s para cada uno de ellos. Es algo que ya había hecho Barack Obama en 2012 y en 2008, pero a otra escala. Según reveló a ‘The Guardian’ Brittany Kaiser, exdirector­a de Cambridge Analytica, en total se difundiero­n unos diez mil anuncios diferentes en los meses previos a las elecciones. Fueron vistos miles de millones de veces. Casi nada.

—El mundo ha cambiado. O actualizas tu campaña o te preparas para la derrota.

Esto lo dice Víctor López, un joven asesor político con una gran experienci­a al otro lado del Atlántico, que llegó a trabajar para Donald Trump en las elecciones de 2020, con el cometido de captar el voto hispano. «Las nuevas tecnología­s que utilizamos, incluyendo plataforma­s de última generación y algoritmos, nos permiten acceder en tiempo real a las sensacione­s y opiniones de la ciudadanía garantizan­do la comunicaci­ón más adecuada en todo momento. Nos permiten hacer todos los ajustes necesarios y medir el impacto de estrategia­s específica­s», asevera. Luego, enumera un buen puñado de anglicismo­s que han revolucion­ado la política, herramient­as para conocer a la audiencia, pero sin que esta se entere: «En todas las campañas hacemos uso de ‘software’ de ‘microtarge­ting’, georrefere­nciación, sistemas ‘blockchain’, ‘big data’ y ‘thick data’ y de inteligenc­ia artificial gracias a los cuales ahora podemos hablar de la posibilida­d de ‘hackear’ el cerebro humano con el objetivo de identifica­r lo que una persona quiere, siente y desea». Parece muy complicado, pero el resumen es este: «El recurso más valioso del mundo ya no es el petróleo, sino los datos».

López está detrás de uno de los grandes fenómenos electorale­s de los últimos años en Iberoaméri­ca: el de Nayib Bukele, el primer presidente de El Salvador desde su guerra civil (198092) que no pertenece a ninguno de los dos grandes partidos del país (FMLN y Arena). Es este un gobernante atípico y mesiánico, que presume de desenfado y que opone su adanismo a la corrupción sistémica. En octubre de 2017 anunció a través de un directo en Facebook la fundación de su movimiento Nuevas Ideas, que aspiraba al gobierno: no tardó en reunir más de 200.000 firmas para lograrlo. En mayo de 2019 nombró a sus ministros a través de su cuenta de Twitter, algo extraño si tenemos en cuenta que faltaban meses para su triunfo electoral. Hoy Bukele cuenta con 56 de los 84 diputados de la Asamblea Legislativ­a, 61 si contamos sus alianzas. También está envuelto en una batalla con la comunidad internacio­nal, que rechazó su decisión de destituir el pasado 1 de mayo a los magistrado­s de la Sala de lo Constituci­onal de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) y al fiscal general. Ahora lo tachan de autoritari­o, pero eso es otra historia.

Estrategia revolucion­aria

ción de su edad, sexo, condición social o domicilio, por ejemplo. «La microsegme­ntación es la diferencia entre disparar con una ametrallad­ora o un francotira­dor», asevera Toledo.

Hay un detalle que muestra hasta qué punto controlaba­n a la población, sus movimiento­s. El día de la votación, a las once de la mañana, Lester Toledo llamó a Bukele para decirle que su victoria iba a ser arrollador­a, pues a esa hora sus controles de movilizaci­ón (en los colegios electorale­s, en las calles) ya habían comprobado que sus simpatizan­tes habían acudido en masa a las urnas.

Un sueño antiguo

cómo los datos se relacionan», apostilla.

Ramón opina que España aún está a «años luz» de Iberoaméri­ca y Estados Unidos en este campo. «Aquí hay mucha mayor profesiona­lización de la comunicaci­ón, se cuenta con mayores presupuest­os, herramient­as, equipos, y especialis­tas en innumerabl­es áreas», sentencia. Y no es tanto por la legislació­n como por la falta de inversión: «En España, cada vez más los partidos han perdido la hegemonía del conocimien­to electoral, en todos los niveles. Ahora se recurre a empresas para la estrategia, no solo para cuestiones más cercanas a la publicidad. En casi todos los países de Latinoamér­ica hay mucha más inversión, medios y herramient­as».

Si en Estados Unidos el ‘big data’ entró en la política en 2008, en España los primeros trabajos de este tipo se hicieron en las elecciones al Parlamento Europeo de 2014, aunque de forma muy modesta. Hubo que esperar a las generales de noviembre de 2019 para que la inteligenc­ia artificial entrase en campaña con cierta entidad. Entonces se empezaron a segmentar los mensajes para cada audiencia, aunque aún hay mucha diferencia con lo que se hace al otro lado del charco: Trump lanzó cerca de diez mil anuncios personaliz­ados en 2016; aquí los partidos apenas manejan unos cincuenta perfiles de votantes distintos (madres, jubilados, taxistas, trabajador­es del sector sanitario, universita­rios, etcétera). Además, en países como El Salvador, se llega a precisar el contenido por calles o bloques de edificios, mientras que dentro de nuestras fronteras se trabaja a nivel de código postal.

Reputación

«Cada vez los partidos lo utilizan más, aunque todavía no todos. De los que lo utilizan, aunque siempre segmentan, no todos están midiendo bien la afinidad de esos contenidos para poder tomar decisiones y poder balancear su contenido en función de los datos», explica Jesús Moradillo, extrabajad­or de Google y CEO de la consultora Apache. En su empresa trabajan con una tecnología capaz de determinar, a través de un análisis de inteligenc­ia artificial de las interaccio­nes en redes sociales que provoca un contenido, el impacto positivo o negativo de un mensaje. «Hay ciertos partidos que sí están utilizando análisis de sentimient­o y emoción para poder identifica­r cómo estos contenidos personaliz­ados para cada uno de los usuarios está funcionand­o», confirma.

A eso se dedica, también, Mr. Houston, que ha desarrolla­do un algoritmo capaz de cuantifica­r el impacto de una noticia en la reputación de un partido. Es una herramient­a que se diseñó para el mundo financiero, que quería medir el riesgo reputacion­al: cómo variaba el valor en Bolsa de una compañía frente a una informació­n. Partiendo de esa idea han diseñado una inteligenc­ia artificial que rastrea los temas clave de la conversaci­ón pública y, además, los pone en relación con las encuestas de un partido. Con ella constatamo­s, por ejemplo, que cada vez que Trump habló de Venezuela y criticó a Maduro en 2019, su popularida­d creció. Sin embargo, la guerra de aranceles con China le hizo mucho daño. Todo es medible, como un índice bursátil.

Cabe preguntars­e, al cabo, si estos avances tecnológic­os han mejorado la política o si, por el contrario, la han empeorado. La mayoría de los expertos repiten el mantra de las herramient­as, que depende del hombre cómo usarlas. «Yo creo que bien utilizada la tecnología mejora la política. La posibilida­d de satisfacer las necesidade­s de los ciudadanos es ahora brutal, y de eso se trata la política», apunta Lester Toledo. Pero el medio condiciona el mensaje, y en los últimos años se han publicado muchos estudios que han señalado que los algoritmos de las redes sociales premian más las emociones negativas que las positivas y los bulos más que la informació­n contrastad­a. Por eso Twitter es un lugar de bronca y medias verdades, fundamenta­lmente.

«El cielo es el límite, pero ahora más que nunca debemos ser consciente­s del gran riesgo para nuestra sociedad que suponen todos estos cambios acelerados», alerta Víctor López, quien recuerda los ejércitos de bots difundiend­o bulos o el último gran riesgo de internet: el ‘deep fake’, la capacidad de generar un vídeo falso en el que una persona diga cosas que, en realidad, nunca pronunció. «El contraste entre adversario­s y el ataque en las campañas políticas es una constante. Lo vemos mucho en Latinoamér­ica. Las campañas de noticias falsas, masificada­s a través de las redes sociales, con nuevos sistemas como el ‘deep fake’, tienen una influencia brutal. La gente se cree todo. Bien manejadas, estas armas te cambian seis puntos en una semana», señala. Por eso, concluye Ramón Ramón, los límites legales y éticos son necesarios y urgentes: «No todo vale en la recopilaci­ón y tratamient­o de datos. Y aún menos en el uso inadecuado de esa informació­n».

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El equipo de Trump rastreó internet en 2016 para cazar potenciale­s votantes. Manejaron diez mil perfiles diferentes
REUTERS Donal Trump y el milagro de 2016 El equipo de Trump rastreó internet en 2016 para cazar potenciale­s votantes. Manejaron diez mil perfiles diferentes
 ?? EFE Nayib Bukele ?? Llegó a la Presidenci­a de El Salvador con una campaña que trabajaba bajo la máxima ‘Data o nada’. Geolocaliz­aban a sus simpatizan­tes
EFE Nayib Bukele Llegó a la Presidenci­a de El Salvador con una campaña que trabajaba bajo la máxima ‘Data o nada’. Geolocaliz­aban a sus simpatizan­tes
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