ABC (Nacional)

Estos son exiliados incómodos porque López Obrador tiene buena sintonía con la dictadura

- Las caras del exilio

Fran se arriesgó a cruzar el río Grande a nado, algo que hizo con todo el frío desértico y nocturno de un 27 de diciembre, en la resaca navideña y pensando que podría comenzar 2021 como un refugiado. Fue deportado, ya nada importaba que fuera cubano, y que contara las mil tropelías que vivió es la isla por no concordar con la dictadura. La respuesta que tuvo de los agentes migratorio­s estadounid­enses fue que el presidente Donald Trump había ordenado que todos los peticionar­ios de asilo esperen una respuesta de las cortes de justicia en México… aunque no sean mexicanos. No expresa Fran rencor por estos politiqueo­s, aunque sí dice que «Obama, que no es que lo hiciera todo mal, nos desgració».

Hoy Fran subsiste como puede, porque ya no tiene residencia en regla y no puede trabajar. Los fines de sema

En la otra página, Fran Tamayo en el solar en el que aparca coches para ayudar a un amigo. A su lado, Hannys González en el puesto de comidas Cubamex en el que hoy trabaja na ayuda a un amigo a aparcar coches en un solar de la zona centro, justo enfrente de la plaza de toros y ante un inmenso mural de Juan Gabriel, el cantante al que en esta ciudad se venera como a una divinidad.

Calculan las autoridade­s locales que hay más de 6.000 cubanos en Juárez, de una población habitual de 1,5 millones de habitantes. Lo más sorprenden­te es que los cubanos son el primer grupo que espera en México una resolución de las cortes estadounid­enses sobre su petición de asilo. Son más de 7.600, según datos del Proyecto de Inmigració­n del Centro de Intercambi­o de Acceso a Registros Transaccio­nales de la Universida­d de Syracuse, que reúne informació­n sobre la justicia federal en EE.UU. La mitad están aquí en Juárez. Superan a todos los demás, hondureños, guatemalte­cos, ecuatorian­os, salvadoreñ­os, venezolano­s y demás nacionalid­ades. Según ese mismo análisis, ya han pasado a EE.UU. legalmente unos 3.400 desde que el presidente Trump ordenó en 2019 que debían esperar en México.

Algunos de ellos se han hartado de esperar noticias del otro lado y han decidido echar raíces en Juárez. Tal es así, que el año pasado algún diario local tituló una noticia, no sin cierta sorna, «Viven cubanos el sueño juarense», bautizando informalme­nte a esta ciudad fronteriza como una pequeña Cuba mexicana. Pedro Luis Padrón, de 30 años, dice que no se va ya EE.UU. Junto con Hannys González ha abierto el pequeño tenderete de comida cubana junto a la catedral y aquí se ha instalado.

Residencia legal

Él por fin ha conseguido la residencia legal mexicana por asilo político, algo excepciona­l en esta comunidad, y puede trabajar y cobrar legalmente. Vive en un apartament­o con otra tres personas, por el que pagan unos 5.000 pesos, poco más de 200 euros, mensuales. De lo que gana, manda algo a sus hijos en Cuba cuando puede, pero no contempla volver a la isla, porque fue perseguido, golpeado y detenido por el aparato de seguridad. «Ahora mi casa es Juárez», dice. «No es que diga que no voy a volver a intentar el cruce, pero ahora este es mi lugar».

Aquí en México estos cubanos son huéspedes incómodos. El régimen castrista no tolera a los exiliados. Menos los que acaban en países aliados, como es el México de Andrés Manuel López Obrador, que ha calificado a la dictadura de «pueblo hermanado», y la trata con tanta delicadeza como al chavismo venezolano. Por eso son tan excepciona­les los casos de asilo como el de Pedro Luis.

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D. A.

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