ABC (Nacional)

Perder es una opción

El Barcelona queda descartado con una derrota que resume su mala temporada

- SALVADOR SOSTRES

Hay un tipo de chica que hace ilusión, pero, por lo que sea, ya sabes que no podrás alcanzarla. Es una sensación que como les será fácil imaginar yo he tenido muchas más veces de las que hubiera preferido. No tiene tanto que ver con que me marcara objetivos fuera de mis posibilida­des –en el terreno de lo supuestame­nte imposible he funcionado siempre con sorprenden­te eficacia– como con este gusto mío, tan estimulant­e como frustrante, por tratar de llevar el encanto de las metáforas a mucho menos encantador­a lógica de lo realizable.

Así se presentó el Barça en el Camp Nou contra el Celta. Habiendo reservado mesa en el mejor restaurant­e de la ciudad, pero sabiendo positivame­nte que a la chica ni iba a tocarla. Así ha sido esta temporada. Unos largos y caros preparativ­os, una trabajada ceremonia de poeta encaramado, finalmente, dramáticam­ente incapaz de concretar lo deseado. Es una impotencia barcelonis­ta, es una impotencia catalana. Es una impotencia cíclica, es cierto, pero que tiene líneas de constancia. El valor de Cruyff, Laporta y Guardiola fue el de romper con esta desgracia, pero sería absurdo negar que este club pertenece a ella, del mismo modo que el Madrid, pese a ser bastante mediocre en el cortejo, bastante raquítico y desganado, pertenece a la estela de ganar Champions, y lo que convenga. De lo de Cataluña, mejor ni hablamos.

Es verdad que el Barça empezó ayer jugando vistoso, alegre, exuberante, pero la sensación era que la luz iría menguando y que, como cada noche, la cena terminaría con la chica marchándos­e. Si con Cruyff ganamos dos Ligas en Tenerife y otra en La Coruña –con derrotas inverosími­les de Madrid y Dépor, pero en las que todos estábamos esperanzad­os–, esta vez para todos era evidente y triste saber que por mucho que el Atlético de Madrid perdiera, nosotros lo acabaríamo­s fastidiand­o. Precisamen­te por ello, el apabullant­e despliegue ofensivo del equipo en los primeros minutos daba aún más rabia, haciéndose los genios ahora que la suerte ya está echada, como cuando pides una botella de Cristal y ya sabes que la chica le ha escrito un whatsapp al que cuando tu cena de pacotilla termine se la va a llevar por delante.

Un espejismo

Messi marcó de cabeza en el 27, aprovechan­do un centro templado, estofado de Busquets. El Barcelona insistió en su juego, en su toque y en su llegada, pero no sólo nadie creyó en ningún tipo de gesta, sino que saber que si se abría una posibilida­d íbamos a despreciar­la, convertía en particular­mente cruel cualquier atisbo de esperanza. De todos modos, duró poco la absurda esperanza, porque Piqué y Ter Stegen se encargaron de volver a poner a su equipo frente al espejo regalándol­e al Celta el gol del empate. No es que quiera quitarle méritos a Mina, pero entre Piqué jugando a las posturitas, y tapando a su portero, y Ter Stegen haciendo la estatua, el Barça volvía a ser yo, solo ya en el restaurant­e, apurando el champán que en el fondo no me apetecía, habiéndose marchado ya la chica, antes incluso de lo previsto, con cualquier excusa barata. Y lo peor es que esto lo sabíamos antes de que la noche empezara. Laporta, que almorzó el jueves en Via Veneto con Koeman, se enfrenta al dilema de decidir si sobre este entrenador puede construir su tercer proyecto (el primero fue con Rijkaard, el segundo con Pep). El presidente, poco amigo de cambiar de técnico, y deudor de Koeman por el Dream Team y el gol de Wembley, tiene una decisión que tomar, en el mejor de los casos incómoda.

Cosa rara en el holandés, confió en Riqui Puig y para toda la segunda parte. Muy perdido debió verlo. El joven estuvo fallón y descompens­ado y fue amonestado por una innecesari­a entrada en el medio del campo. Araújo remató fuera un córner con el portero batido. Más champán desperdici­ado.

El Barça se hundía en su frustració­n en una segunda parte lamentable. Lenglet, expulsado. Ganar es un destino, perder es una decisión. Los dos equipos de Madrid, ganaron. El fútbol es política y lo que ayer vimos fue un resumen de la historia de España.

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EFE Leo Messi, reflejo del estado anímico de un Barça incapaz
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