ABC (Nacional)

Rafa Nadal Décimo de Roma «Nos vamos a matar»

Tumba a Djokovic en el Foro Itálico, suma ya 36 Masters 1.000 y llega lanzado a París

- ENRIQUE YUNTA

El décimo mordisco de Rafael Nadal en Roma llega después de una semana angustiosa, resuelta con orgullo, muchísimo oficio y algún momento notable de tenis. A las puertas de los 35, cada título se disfruta como si fuese el último, tarde o temprano llegará ese día, y el balear sale del Foro Itálico con la moral disparada pensando en París, última estación de este viaje por la tierra europea que se ha salvado con dos trofeos a la espera de una caza mayor en el ‘Bois de Boulogne’. En un domingo de los de siempre, con el enésimo capítulo del clásico del tenis (57 van ya) como regalo, Nadal finiquitó a un orgulloso Novak Djokovic y prolongó su idilio con la ciudad eterna, otra de sus plazas predilecta­s. Roland Garros está a la vuelta de la esquina (empieza el 30 de mayo) y ahí se plantará el mallorquín sacando músculo, más importante este triunfo en Roma de lo que se pueda imaginar.

Sirve, principalm­ente, para evidenciar que Nadal sigue ahí, un competidor estupendo que se adapta como puede a las circunstan­cias para estirar una carrera legendaria. Asoman de una vez por todas los jóvenes de los que tanto se ha hablado y es verdad que al número tres del mundo le cuesta todo muchísimo más, apurado en Roma desde su primer encuentro ante Sinner y al borde del precipicio el jueves contra Shapovalov, pero la foto del domingo vuelve a ser la de un Nadal pletórico, campeón ya de 36 Masters 1.000 para igualar con Djokovic en esa clasificac­ión. Aquí se pelea por todo, cada semana se escribe un pedazo de historia.

La de Roma, sexta final entre ambos en el Foro, no quedará como la más bonita, pero tuvo la dosis necesaria de emoción en buena parte por el carácter de Djokovic, a quien se le presumía agotado y luchó hasta la extenuació­n. El sábado, el número uno del mundo se pegó una paliza de cinco horas para eliminar primero a Tsitsipas y luego a Sonego, así que se presentó a la hora de la merienda con un plan innegociab­le: no le interesaba en absoluto un debate de largo aliento, rechazó cualquier intercambi­o y se lo jugó todo a tiros y a dejadas, que también hay que saber hacerlas. No se puede decir que le fuera mal, pero siempre dio la sensación de ir al límite en los primeros compases, disparado el chivato de la gasolina y buscando esa inspiració­n de la que siempre tira cuando solo hay nubes. Sin embargo, una hora y cuarto después entregaba su saque de manera definitiva y Nadal, que volvió a rodar por los suelos al tropezarse de manera lastimosa con una línea, apertó el puño y dio un paso de gigante hacia el cielo.

Djokovic despierta

Se entendía como un golpe definitivo, pero nunca jamás hay que subestimar a Djokovic, nunca jamás. El serbio, con todo lo que implica ser de esa rincón del planeta, pasó a dominar con cierta autoridad la segunda manga, que fue muchísimo más floja en lo tenístico. Rompió en el cuarto y en el sexto juego y, de manera casi impensable, se apuntó el set con un contundent­e 6-1, 43 minutos con un Nadal perdido y fallando más de lo habitual. El ceño y la ceja, disparada hasta el infinito, delataban al balear.

Y pudo ser peor, pues en el quinto se escapó Nadal de su sentencia (dos bolas de break en contra) y de ese susto reaccionó

Tenista diez

«Después de ganar diez veces en Montecarlo, en Barcelona y en París, quería hacerlo aquí»

Optimismo

«La tendencia de estas semanas es positiva y sé lo que tengo que trabajar, tengo claro el camino»

a su manera, juego en blanco al resto con viento a favor y autopista libre hacia el título. Del París otoñal de 2020 a Roma, imposible olvidar la paliza del español al serbio en la final de Roland Garros, la cosa se ha igualado, pero Nadal sigue ganando, eso no cambia. Un tenista único, un tenista de diez que se sigue emocionánd­ose como la primera vez porque no sabe cuándo será la última.

«Es una satisfacci­ón muy grande, es increíble tener el trofeo conmigo otra vez, quería ganar diez en Roma», apuntó después de las fotos y los abrazos. «Es uno de los torneos más importante­s y después de ganar diez veces en Montecarlo, en Barcelona y en Roland Garros quería hacerlo aquí también. Han pasado muchas cosas durante la semana, con momentos de sufrimient­o, de suerte... Al final he tenido una semana muy sólida de tenis, es el momento oportuno para ganar un título tan importante». En su hoja de servicios, 88 alergías, 62 de ellas en tierra.

Mientras, en la final femenina, Iga Swiatek destrozó a Karolina Pliskova (6-0 y 6-0).

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A la izquierda, Rafael Nadal celebra su décima victoria del Masters 1.000 de Roma
EFE En el primer set, Nadal tropezó con una línea, como ante Zverev, y salió rodando por los suelos. Ganó el punto, pero se enfadó muchísimo por el estado de la central del Foro Itálico A la izquierda, Rafael Nadal celebra su décima victoria del Masters 1.000 de Roma
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