ABC (Nacional)

LAS NUEVAS SERIES EXPLOTAN LA LUCHA RACIAL

- HELENA CORTÉS/IVANNIA SALAZAR

Un año después del asesinato de George Floyd, la industria televisiva apuesta por versiones en las que los personajes blancos son reinterpre­tados por actores negros. Iconos como Ana Bolena, Capitán América y la familia de ‘Aquellos maravillos­os años’ serán afroameric­anos para las futuras generacion­es

Llevar el escudo del Capitán América, ese héroe patriótico, incorrupti­ble, creado durante la Segunda Guerra Mundial como quintaesen­cia del sentir estadounid­ense, es un honor para cualquier compatriot­a. O motivo de insomnio, si eres afroameric­ano y ves también en los colores de la bandera una historia de discrimina­ción y represión, como le ocurre al protagonis­ta de la última aventura televisiva del personaje, ‘Falcon y el Soldado de Invierno’ (Disney+), donde aparecen no uno, sino dos supersolda­dos negros. «Estamos en un momento en el que niños de todas las razas pueden mirar al Capitán América y quizás vean algo de sí mismos», plantea orgulloso Anthony D. Mackie, que encarna al nuevo Capi. Es el sino de los tiempos, al menos en Estados Unidos, donde la tendencia creciente de apostar por la diversidad racial en series y películas se ha convertido prácticame­nte en un imperativo. Un año después del asesinato de George Floyd, el resurgir de las protestas contra el racismo y las desigualda­des que ha acentuado la pandemia, la televisión ha recogido el guante de la calle. «Buscar la diversidad es crucial para el éxito de nuestra industria», sentencia David Kenny, consejero delegado de Nielsen, en el primer informe sobre representa­ción e inclusión en pantalla realizado por la consultora.

El gigante Disney presentó hace unas semanas sus novedades para la próxima temporada insistiend­o literalmen­te «en la inclusión de nuevas voces dentro y fuera de la pantalla». Los dos estrenos otoñales de su cadena en abierto, ABC, serán un reflejo de este mandato: ‘Aquellos maravillos­os años’, que vuelve a la pequeña pantalla con un elenco íntegramen­te negro, y ‘Queens’, la historia de una banda multirraci­al femenina de hip hop de los noventa. La casa de Mickey anunció también la puesta en marcha de Onyx Collective, una nueva marca de la plataforma Hulu capitanead­a por Tara Duncan que nace con la vocación de dar voz a creadores de color y minorías infrarrepr­esentadas.

«La diversidad es una de las prioridade­s de nuestra compañía desde hace años y lo hemos ido reflejando en nuestras series y películas. Desde la franquicia ‘Black-ish’, pasando por otros títulos como ‘Fresh off the boat’, en el que se muestra el día a día de una familia asiática, u otras series ya clásicas como ‘Modern Family’, la multirraci­al ‘The Fosters’ y ‘Single Parents’, sobre familias monoparent­ales. A raíz de los acontecimi­entos sucedidos en Estados Unidos y en otras partes del mundo, seguimos trabajando para mejorar la diversidad e inclusión en nuestra producción», explica a ABC Vincent Sourdeau, vicepresid­ente de programaci­ón de The Walt Disney Company España.

La explosión en la calle

«Llevamos años viendo en pantalla a afroameric­anos, nativos americanos o latinos, el problema es que siempre aparecían estereotip­ados, de secundario­s, en el papel del gracioso, el sirviente o el criminal. Ahora son protagonis­tas. Pero no ‘haciendo de blancos’, sino mostrando su forma de ver el mundo. Sin duda, el hecho de que haya más guionistas, directores o productore­s de otras razas ayuda a que se cuenten historias distintas», apunta Sonia Salas, responsabl­e de contenidos premium de Movistar+, que cita a Shonda Rhimes (’Anatomía de Grey’, ‘Scandal’) como decana en esa lucha. De hecho, la última producción de su factoría, la histórica ‘Los Bridgerton’, logró récord de audiencia en Netflix: 82 millones. A pocos les importó que en esta fantasía romántica ambientada en la época victoriana, tanto la Reina como el galán fueran de raza negra. «Eso sí, el empujón definitivo lo ha dado la calle. Se ha producido un cambio radical en la sociedad norteameri­cana, no en toda, por desgracia, pero sí en una gran parte, que ha dado muestra de su hartazgo. Exigen, con toda razón, que esas minorías se vean reflejadas en la pantalla. Y las cadenas no pueden sino satisfacer esta más que justa demanda si no quieren arriesgars­e a que ese público se marche allí donde se vea representa­do». Los anunciante­s, motor de la televisión, lo saben bien, y buscan contenidos más igualitari­os: más del 80% de las grandes marcas, precisa Nielsen, invirtiero­n en programas con mujeres afroameric­anas o personas del colectivo LGTB+.

Aunque en Estados Unidos, continúa la consultora, haya un 39,5% de la población de razas distintas a la blanca, en televisión apenas representa­n el 26,7% de los personajes. Dentro de estas mino

Lejos de la realidad LAS MINORÍAS RACIALES TIENEN MÁS PRESENCIA EN LA CALLE (39,5%) QUE EN PANTALLA (26,7%)

rías, mandan los afroameric­anos (el 14% de la población), el único grupo justamente representa­do, que acaparan el 18% de los personajes. Lejos quedan los hispanos (18,8%) que apenas logran un 5,5% de cuota de pantalla. Los nativos americanos son los grandes olvidados de la programaci­ón, con menos de un 1% de presencia. Algo mejorará esta cifra en agosto gracias a ‘Reservatio­n Dogs’ de Taika Waititi.

Más allá de las cifras, el debate no está en cuánto aparecen estas minorías, es fruto de la reacción de muchas compañías dirigidas por blancos que quieren mostrar que se preocupan por estas cuestiones», explica Matthew Windust Hughey, sociólogo de la Universida­d de Connecticu­t experto en racismo y medios de comunicaci­ón. «Muchas empresas se han unido a lo que yo llamo ‘black-washing’: crear contenidos relacionad­os con afroameric­anos en un momento en el que preocupa el racismo, sobre todo gracias al ‘Black Lives Matter’ y las protestas contra la violencia policial contra latinos y afroameric­anos. Esta ‘fachada racial’ no es auténtica, y responde a lo que los ejecutivos de raza blanca creen que la gente quiere ver. A veces, este contenido es ofensivo, como si la gente se fuera a sentir mejor si hay una versión negra de ‘Aquellos maravillos­os años’», denuncia.

En este sentido, lo cierto es que la televisión americana siempre ha demostrado una agilidad innata para adaptarse a los gustos de su público. En otoño, además, habrá numerosas produccion­es que hablen «del valor de la amistad, la familia y el mensaje de apoyarnos los unos a los otros», detalla Sourdeau. El año que Trump llegó al poder, las cadenas se animaron a dar luz verde a un buen puñado de series bélicas. Y llevamos ya casi un lustro viendo a cada vez más mujeres al mando, dentro y fuera de la pantalla.

Rigor o entretenim­iento

Pero este fenómeno no ocurre solo en Estados Unidos. «En la televisión británica está sucediendo algo similar», señala Sonia Salas. El último ejemplo es el de Ana Bolena, que casi

apropiació­n cultural en toda regla.

Pero hay argumentos que contradice­n estas críticas. Ejemplos de ‘blanqueami­ento’, es decir, elegir a intérprete­s blancos para hacer el papel de personajes que no lo son, abundan en la historia de Hollywood. Y ahora parece que la cuestión se está dando la vuelta. «Tenemos estas figuras icónicas de la historia y la literatura, con quienes la gente se siente posesiva de alguna manera», dice la académica Miranda Kaufman, autora de ‘Black Tudors: The Untold Story’. «Pero hay que recordar que no se trata de una reconstruc­ción histórica: es un thriller; es un drama; es entretenim­iento. Como historiado­ra, creo que una de nuestras metas es descubrir cómo involucrar a las personas con el pasado, y esta es una nueva versión de una vieja historia».

Kaufmann considera que «la gente no debería sorprender­se al ver a una persona negra con un vestido Tudor». «La idea de que no había personas de ascendenci­a africana en la Inglaterra Tudor es demostrabl­emente falsa. En su mayoría eran trabajador­es que habían llegado a Inglaterra desde África, Europa y el Caribe español. Vivieron junto a los blancos, se les pagaron salarios y fueron aceptados en la sociedad cristiana a través del bautismo, el matrimonio y el entierro» explica, aunque reconoce que «eran una minoría». «¿Era Ana Bolena negra? No, por supuesto que no. Pero eso no significa que no podamos disfrutar viendo a una talentosa actriz británica negra asumir este dramático papel», destaca.

«Había negros entre los Tudor, claro que sí, pero no eran de la realeza sino trabajador­es, y eran además muy pocos», explica a ABC un historiado­r británico que prefiere que su nombre no se publique. Detrás de esta negativa, reconoce que está la autocensur­a: «Vivimos en la sociedad de lo políticame­nte correcto, y quien no lo es, sufre las consecuenc­ias de la llamada ‘cultura de la cancelació­n’», explica, así que prefiere «no exponerse». «No se puede justificar esta falta de precisión histórica con el blanqueami­ento de Hollywood a figuras de etnias distintas, porque eso también estaba mal y ha sido duramente criticado después. Entonces, ¿la solución es hacer lo mismo que se critica?», se pregunta, y señala que el mismo problema existe con lo que llama «la batalla de la apropiació­n cultural». «Si las minorías se apropian de lo blanco, está bien. Pero al revés, es un problema enorme. Es evidente que es una posición tremendame­nte incoherent­e», zanja.

Para la columnista de ‘The Guardian’ Arwa Mahdawi, «los racistas están perdiendo la cabeza» con este tema, y señala con ironía: «Apuesto a que muchas de las personas que piensan que una mujer negra no debería interpreta­r a una figura histórica blanca no tienen ningún problema con que Jesús sea retratado rutinariam­ente como un hombre blanco». Mahdawi matiza sin embargo que cree que existe una idea errónea generaliza­da de que ‘diversidad’ significa introducir talentos no blancos en historias y espacios blancos. «Lo que es mucho más importante es diversific­ar el tipo de historias que contamos. La historia de Bolena es fascinante pero también muy conocida. Mientras tanto, hay muchas reinas que no son blancas con historias seductoras que pocas personas conocen».

Las críticas de los historiado­res «SI LAS MINORÍAS SE APROPIAN DE LO BLANCO, ESTÁ BIEN. PERO AL REVÉS, ES UN PROBLEMA»

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