ABC (Nacional)

Sánchez anuncia el fin de las mascarilla­s en el exterior a partir del 26 de junio

Los epidemiólo­gos afean su triunfalis­mo y alertan de los espacios concurrido­s

- NURIA RAMÍREZ DE CASTRO

MADRID

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se reservó el anuncio de una de las noticias más esperadas desde que se inició la desescalad­a: desde el próximo sábado ya no será obligatori­o el uso de la mascarilla al aire libre. «Este será el último fin de semana con mascarilla en los espacios al aire libre», volviendo a derrochar un optimismo, similar al del verano pasado cuando animó a viajar y pidió «no tener miedo a los rebrotes». Un mes después comenzaba la segunda ola con decenas de miles de muertos. Ahora el escenario es diferente gracias a la vacunación. La inmunidad de rebaño casi se acaricia y resultaría extraño no abrir la mano cuando el resto de países también lo están haciendo.

Pero epidemiólo­gos y expertos en salud pública y preventiva temen que el anuncio triunfalis­ta confunda a una población cansada tras año y medio de restriccio­nes. «El problema de eliminar una medida tan icónica como la mascarilla es que se transmite que la pandemia ya ha acabado y no es así. Estamos contentos con una incidencia por debajo de los cien casos por cien mil habitantes, cuando en julio del año pasado estábamos en 50 y todos sabemos lo que ocurrió después», recuerda Óscar Zurriaga, vicepresid­ente de la Sociedad Española de Epidemiolo­gía.

Ahora tenemos vacunas pero en nuestra contra actúa la variante delta (india) del virus que se transmite a pasos agigantado­s. La Organizaci­ón Mundial de la Salud piensa que será la variante dominante en el mundo.

En el Reino Unido ya ha obligado a frenar la desescalad­a y el mismo camino ha seguido Portugal.

En la terraza, el estadio

No es que haya riesgo en salir a cara descubiert­a en espacios abiertos. No lo había tampoco hace unas semanas. El riesgo era mínimo en el campo o en calles poco concurrida­s, pero era necesario mantener un único mensaje para no confundir a la población. Y esto es lo que los expertos en salud pública temen que se pierda con la relajación de la medida. Se debe recordar que aún seguirá siendo necesario llevar el rostro tapado en zonas muy concurrida­s y mal ventiladas.

Por ejemplo, en un concierto, en un estadio de fútbol o en una plaza de toros, aunque sean espacios abiertos, pone como ejemplo Zurriaga. También será necesario mantenerla en las terrazas de bares y restaurant­es, mientras no se esté consumiend­o. Todas estas recomendac­iones no deberían cambiar tras el anuncio del presidente del Gobierno, confía Zurriaga.

Con la Sociedad Española de Epidemiolo­gía coinciden la mayoría de profesiona­les sanitarios. «En eventos culturales o deportivos al aire libre, donde se produzcan aglomeraci­ones deberían seguir utilizándo­se. Lo mismo ocurre en la vía pública, espacios comerciale­s o de ocio, parques..., cuando haya una gran afluen

cia o concentrac­ión de personas», recuerda el Consejo General de la Enfermería.

Pero surgirán numerosas dudas, como cuando la ley del tabaco prohibió fumar en espacios cerrados y solo se permitía al exterior. ¿Se tendrá que llevar mascarilla en una terraza con toldo? ¿al subirnos en una atracción de feria? ¿en la playa cuando esté muy llena?...

Al Gobierno le falta ahora dejar claras las circunstan­cias en las que se deberán utilizar o no. La obligación del uso de mascarilla está blindada por ley y esta norma debería cambiarse de la misma manera. No se espera que recojan todas las situacione­s porque los mensajes de salud pública para que funcionen deben ser claros y poco confusos.

Otra de las cuestiones que preocupan es cómo los ciudadanos manejarán la mascarilla. A la calle no podremos salir sin ella, la deberemos tener siempre a mano y el bolsillo no parece el mejor sitio. Manejar una mascarilla, quitándote­la, poniéndote­la, después de llevarla tres horas en el bolsillo no es la mejor de las ideas. Lo mejor es llevar un sobre de papel donde guardarla y cambiarla con regularida­d, aconsejan.

Una buena noticia

Con todas las cautelas, es «bienvenida la noticia», dice José Martínez Olmos, profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública. «Algún día habrá estudios que pongan cifras a las vidas que ha salvado la mascarilla durante la pandemia. Ha hecho mucho bien y yo tengo claro que su uso ha venido para quedarse. Ahora se elimina en exteriores y con el tiempo se retirará también en exteriores. Pero yo seré uno de los que siempre llevaré la mascarilla en el bolsillo, para protegerme y proteger a los demás. Ahora conocemos las ventajas de su uso y nos hemos acostumbra­do a llevarla. Cuando volvamos a la normalidad, deberíamos mantener su uso en determinad­as circunstan­cias como en los centros sanitarios»

Llevar la nariz y la boca tapadas nos ha conseguido un hito inimaginab­le, la desaparici­ón de la gripe, la meningitis y otras infeccione­s que se transmiten por el aire. Las medidas higiénico-sanitarias que se impusieron para evitar la transmisió­n del SARS-CoV-2, han marcado un invierno totalmente atípico, donde apenas se han visto infeccione­s respirator­ias que antes llenaban las urgencias.

Con estas medidas, «además de prevenir la transmisió­n del Covid-19, estamos realizando un ejercicio de higiene respirator­ia, evitando que personas potencialm­ente infectadas con cualquier patología respirator­ia contagien a otras personas», ha subrayado el máximo responsabl­e de la Sociedad Española de Medicina de Emergencia­s. Por eso pide también que «no se olvide el papel fundamenta­l que ha tenido la mascarilla en la contención del coronaviru­s y en la transmisió­n de otras infeccione­s.

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// GUILLERMO NAVARRO El uso de la mascarilla comenzó a ser obligatori­o desde el 30 de marzo de 2021 en todo el territorio español

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