Puigdemont y Aragonès advierten que los indultos no solucionan el conflicto
El presidente catalán no acudirá a la conferencia de Sánchez en Barcelona
BARCELONA
Pere Aragonès y Carles Puigdemont se encontraron ayer en persona por primera vez desde la elección del dirigente de ERC como presidente de la Generalitat de Cataluña. La cita entre ambos dirigentes independentistas tuvo lugar en la casa del líder de Junts en Waterloo (Bélgica), conocida por el independentismo como Casa de la República. Allí estuvieron casi dos horas reunidos, posaron ante las cámaras e intentaron escenificar sintonía personal e institucional. Una foto estudiada que llega a pocos días de la concesión de los indultos a los responsables del 1-O condenados por delitos como los de malversación y sedición por el Tribunal Supremo.
En este contexto, ni Aragonès, ni su vicepresidente Jordi Puigneró ni la presidenta del Parlament, Laura Borràs, acudirán el lunes a la conferencia que tiene previsto pronunciar Pedro Sánchez en Barcelona para previsiblemente explicar la concesión de la medida. «Independientemente de los actos que pueda organizar (Sánchez), espero tener la oportunidad de discutirlo a fondo, con toda la firmeza a favor de la amnistía y la autodeterminación» y recordó Aragonès que «es evidente que el independentismo nunca va a renunciar a su objetivo, que es la independencia». Tanto el presidente autonómico actual como el fugado de la Justicia advirtieron que los indultos no solucionan lo que denominan conflicto político: «Serán un paso, pero no son la solución», dijo Aragonès.
A pesar de los agravios acumulados entre Aragonès y Puigdemont, intentaron mostrar cierta afinidad. «Es un encuentro que se debería producir en ausencia de represión, en Barcelona», afirmó el presidente de la Generalitat al iniciar la breve comparecencia ante la prensa en la que explicó el contenido de su encuentro. «Queremos hacer un reconocimiento institucional al presidente de la Generalitat que lo fue en los momentos de una legislatura difícil. Será el primero de otros encuentros, nos veremos muchas más veces», agregó.
Puigdemont, a su vez, destacó que había sido una primera reunión «institucional, no ejecutiva» y agradeció al de ERC que haya decidido dedicarle uno de sus primeros viajes al exterior. «Estoy aquí por una cuestión de reconocimiento institucional y para trabajar la relación y la continuidad histórica de la Generalitat. Compartimos el objetivo de la independencia y tenemos mucho trabajo por delante. Nos seguiremos reuniendo», prometió el presidente autonómico catalán, quien evitó responder si se trataba de una coincidencia que celebrase su primer encuentro con Puigdemont justo el día en que Sánchez estaba en Barcelona, en la clausura de las jornadas anuales que organiza el Círculo de Economía.
Ni Puigdemont ni Aragonès deslizaron novedades relevantes en asuntos espinosos en la relación entre sus respectivos partidos, que tienen hojas de ruta hacia la independencia distantes, como quedó demostrado hace escasos días cuando Oriol Junqueras apostó por explorar la vía escocesa antes de volver a la unilateral, que Junts sigue defendiendo. Además, la cita entre los dos dirigentes independentistas se produjo tras una campaña electoral que disparó la tensión entre los partidos, que también protagonizaron tensas y erráticas negociaciones que condujeron a una investidura ‘in extremis’ para evitar la repetición electoral.
La foto de Waterloo también simboliza el vuelco que supusieron las últimas elecciones catalanas en el esquema que ha regido el independentismo desde el inicio del ‘procés’ cuando, por primera vez, la batuta y el control de los recursos pasaron a manos de ERC, que adelantó por la mínima a Junts en las urnas. De hecho, el presidente de la Generalitat no ha tenido prisa en acudir a Bélgica: 28 días desde su investidura. Una gran diferencia con las prisas de Quim Torra, quien tardó apenas unas horas para despachar con el fugado.