Los obispos de EE.UU. abren la vía a negarle la comunión a Biden por su apoyo al aborto
Los prelados aceptan una normativa sobre las condiciones que permiten recibir el sacramento
Los obispos católicos de Estados Unidos votaron ayer a favor de dotarse de un documento sobre el sentido de la comunión eucarística, y sobre si la opinión expresada en público de quien la solicite en asuntos como el aborto influye en que se le administre ese sacramento o no. Este es en realidad un primer paso en una campaña de determinados obispos para negarle la comunión al presidente de la nación, Joe Biden, que es católico, y además solo el segundo de ese credo en ocupar el cargo tras John Kennedy.
Los prelados llevaban reunidos de forma virtual en su junta anual desde el miércoles, pero el documento sobre la comunión lo han votado este viernes tras un encendido debate de tres horas. Lo han propuesto algunos obispos que recomiendan que a Biden se le niegue la comunión porque apoya abiertamente el aborto. Ha sido aprobado finalmente por 168 votos a favor, solo 55 en contra y seis abstenciones.
El documento que ahora se elaborará es un triunfo de los obispos críticos con Biden, pues les permite hacer un listado de condiciones que desaconsejan que un católico reciba la comunión, como por ejemplo estar a favor del aborto. Lo votarán en noviembre en otra junta, y si lo aprueban, a Biden, como a otros políticos que apoyen el aborto u otras acciones en contra de las enseñanzas de la Iglesia, se les podría denegar la comunión. Según el Código de Derecho Canónico recibir la comunión es un derecho básico y «los ministros sagrados no pueden negar los sacramentos a quien los pida de modo oportuno, estén bien dispuestos y no les sea prohibido por derecho recibirlos». Al final, dependería de cada sacerdote dar la comunión al político en cuestión.
El obispo Robert McElroy, de San Diego, en California, respondió que el catolicismo padecerá «consecuencias destructivas» si adopta un documento semejante que va dirigido contra el presidente. «Si lo adoptamos, será imposible prevenir el uso de la eucaristía como arma», añadió.
Una de las primeras decisiones de Biden en la Casa Blanca fue firmar un decreto por el que eliminó la mayoría de las trabas impuestas al aborto por su predecesor, Donald Trump, que fueron muchas. El demócrata ha defendido esta decisión como una defensa general del «acceso de las mujeres a la sanidad», que es el lenguaje de los defensores de una mayor permisividad de la interrupción del embarazo. La conferencia episcopal estadounidense ya le advirtió a Biden entonces de que, como católico practicante, enviaría una señal equivocada.
El actual presidente acude religiosamente a misa todos los domingos, esté en Washington o esté en su casa de Delaware. Siempre se ha definido Biden como una persona profundamente católica, y una de las fotos que ha colocado tras su escritorio en el despacho Oval es del Papa Francisco. Se da la circunstancia de que la segunda persona en la línea de sucesión presidencial, y mujer con más poder en el Capitolio, es también católica: Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes y que apoya también el aborto.
En 2019, antes de la iniciativa que ahora se debate, en la conferencia episcopal, Thomas Paprocki, el obispo de Springfield, en Illinois, prohibió la comunión en las iglesias de su diócesis a los gobernantes que apoyen el aborto ya que estos «persisten obstinadamente en un pecado grave manifiesto y no deben ser admitidos a la Sagrada Comunión». Días antes, Illinois aprobó una ley que declaraba el aborto como un «derecho fundamental de las mujeres», en contraste con unas medidas mucho más restrictivas de la interrupción del embarazo en otros estados de EE.UU. Justo aquel año, a Biden, que entonces no ostentaba cargo público, no se le permitió comulgar un domingo en una iglesia católica en Carolina del Sur por su apoyo al aborto.