ABC (Nacional)

María Oruña, tras los pasos de Agatha Christie y Gastón Leroux

La escritora continúa la exitosa saga de ‘Puerto escondido’ con el thriller ‘Lo que la marea esconde’

- INÉS MARTÍN RODRIGO SANTANDER Un discreto éxito que acumula 300.000 lectores

Se sabe, porque lo confesó en su autobiogra­fía, que Agatha Christie empezó a escribir tras leer, con mezcla de asombro y admiración, ‘El misterio del cuarto amarillo’ (1907), de Gastón Leroux, novela que inauguró, casi, ese gran subgénero dentro del género policíaco que son las tramas que giran alrededor de crímenes cometidos tan a puerta cerrada que resultan imposibles de resolver. La gran dama del misterio intentó, de hecho, emular al escritor francés con ‘Diez negritos’ (1939), pero ubicó a los personajes, todos potenciale­s sospechoso­s, en una isla, la del Negro, y no en una habitación. Ambos, junto con Bruce Montgomery (Edmund Crispin), Marion Harvey o el mismísimo Edgar Allan Poe, son el espejo en el que María Oruña (Vigo, 1976) quiso mirarse para que el reflejo de su nueva novela, la cuarta entrega de la saga de ‘Puerto escondido’, no la defraudase, y tampoco a sus lectores. Todo un reto, sin duda, pues no es fácil seguir los pasos de los clásicos, rastrear sus huellas, tomar su relevo, desde el respeto y la humildad, y hacerles pertinente­s, y hasta necesarios, en tiempos tan volubles como los que vivimos. Pero, a juzgar por la historia narrada en ‘Lo que la marea esconde’ (Destino), por su fondo y por su forma, Oruña ha salido airosa, y con nota. El argumento es aparenteme­nte sencillo –aunque en la ficción nada lo es– y parte de la regla básica que debe cumplir todo misterio de la habitación cerrada: Judith Pombo, presidenta del Real Club de Tenis de Santander y una de las mujeres más poderosas de la ciudad cántabra, es asesinada en el camarote de una goleta, en plena travesía nocturna, poco antes de una fiesta de homenaje a una vieja gloria del deporte. Cuando la tripulació­n y los pocos invitados presentes en la embarcació­n acuden, alertados por un grito, y logran entrar en la cabina, tras forzar la puerta, encuentran su cadáver, con una pequeña herida a la altura del corazón. Pero no hay rastro del asesino ni del arma homicida, y el ojo de buey del camarote está cerrado por dentro. Un crimen en teoría imposible de resolver, que cualquiera de los presentes en la goleta podría haber cometido –pues motivos no le faltan a ninguno de ellos–, y cuya investigac­ión recae en la teniente de la Guardia Civil Valentina Redondo, la protagonis­ta de la serie de ‘Puerto escondido’, que atraviesa, además, un delicado momento personal, sumida en el dolor por la pérdida y su consiguien­te desconsuel­o. A partir de ahí, con esos mimbres, Oruña se embarca en un homenaje a sus autores favoritos, en una suerte de reivindica­ción con una inesperada vuelta de tuerca final, e intermedia. «La novela surge de un hecho real que sucedió en un punto concreto de Europa hace algunos años. Yo entonces era abogada, todavía no escribía, ni tenía nada que ver con el mundo literario», confiesa la autora, sentada en una embarcació­n que recorre las mismas aguas en las que ocurre el asesinato sobre el que se asienta la trama. Aquella idea, peregrina en ese momento, se quedó ahí, latente, a la espera de que Oruña diera el paso más importante, quizás, de su vida. Así, cuando, años después, se puso a escribir, le resultó fácil plantear el misterio, porque ya conocía la solución. «Lo difícil era que todo fuera coherente y que esos pocos personajes que están en la goleta resultaran creíbles, que lo fuera el engranaje que da sentido a la historia».

En 2015, una desconocid­a autora llamada María Oruña publicó su primera novela, ‘Puerto escondido’, un ‘thriller’ protagoniz­ado por la teniente de la Guardia Civil Valentina Redondo. Poco a poco, sin hacer ruido, fue ganando lectores, que se engancharo­n, también, a los dos siguientes títulos de la saga, ‘Un lugar a donde ir’ y ‘Donde fuimos invencible­s’. Seis años después, y tras haber probado con la novela histórica, Oruña lleva vendidos 300.000 ejemplares, que espera aumentar con ‘Lo que la marea esconde’.

De fondo, mientras la autora habla, se va dibujando a su espalda el perfil de la bahía de Santander: el Palacio de la Magdalena, la isla de Mouro, el Club Náutico, la playa del Puntal... Todos escenarios de la novela. En Cantabria, tierra que Oruña conoce desde su juventud, transcurre toda la saga de ‘Puerto Escondido’. «No se trata –continúa la escritora– solo de plantear un misterio y ver quién es más rápido en resolverlo. Eso es casi una excusa, un juego debajo del cual hay otras capas, que son las que realmente dan solidez a la trama y por las que interesa la novela. Se resume en un término que me he inventado, que es la ‘idiosincra­sia del crimen’: hasta qué punto somos todos responsabl­es de lo que sucede a nuestro alrededor».

En las novelas de misterio de habitación cerrada de principios del siglo XX «el criminal siempre era alguien de cierto nivel, y también la víctima, había ese clasismo, esa burguesía que estaba enredada en estos temas». Un ambiente burgués que, aunque «a día de hoy no es tan marcado, porque las diferencia­s sociales están más difuminada­s», ella ha intentado preservar, de algún modo, a través del lenguaje, haciéndolo «ampuloso y efectista». ¿El objetivo? «Que llegue un momento en el que el lector persiga la respuesta, pero se olvide un poco de ello. No hay que engañar al lector. Todos mis misterios tienen siempre una solución, de la mano de la ciencia o de la historia. Cuando escribo soy una persona muy seria, trabajo desde el respeto. Yo no tengo la fórmula del éxito, si la tuviera estaría haciendo libros como churros todo el día, pero sí creo en cada una de las historias que escribo. Me lleva mínimo un año escribir una novela, y es un esfuerzo muy grande. En mi caso la fórmula es mucho trabajo».

Oruña debutó en la ficción en 2015 y durante los dos primeros años compaginó su trabajo como abogada con la escritura. Pero el éxito hizo que la exigencia fuera cada vez mayor y, finalmente, decidió abandonar el derecho, porque la ficción le llenaba mucho más. «He tenido durante bastante tiempo el síndrome de la impostora. Al principio me daba hasta vergüenza decir que era escritora. Me hacía gracia que los periodista­s quisieran hablar conmigo. ¿Para qué? No estaba familiariz­ada con nada de esto, pero como fue muy progresivo, no fue de golpe... El éxito no sé exactament­e lo que es. Yo siempre escribo con el mismo respeto y la misma idea, haya trescienta­s mil personas esperando o haya mil», confiesa. De momento, ‘Lo que la marea esconde’ arranca con una tirada inicial de 50.000 ejemplares.

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// CARLOS RUIZ

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