ABC (Nacional)

Croatas y checos firman un pacto de no agresión

- JOSÉ MANUEL ANDRES

Cuando dos equipos tienen más miedo a perder que ambición por ganar y el empate convence a ambos, lo normal es la igualada. Así fue la historia del duelo entre Croacia y República Checa, donde, tras una hora de ciertas hostilidad­es y el susto croata de verse al descanso en manos de una carambola para evitar el adiós a las primeras de cambio, los dos bandos firmaron un pacto de no agresión que deja a los checos muy cerca de octavos y a los croatas dependiend­o de sí mismos contra Escocia.

La República Checa acabó mejor la primera parte y encontró el premio a través de un penalti indicado por el español Del Cerro Grande tras revisión del VAR después de un codazo innecesari­o de Lovren, sin intención de golpear con el codo a Schick pero temerario en la acción. El delantero checo, con el rostro aún manchado de sangre para mayor épica, ejecutó desde los once metros, firmando su tercera diana y asaltando el trono de máximo goleador del torneo.

Al descanso la vieja guardia croata estaba al borde del abismo, pero enterrar a una selección con semejante espíritu competitiv­o es una mala idea. Perisic, desapareci­do en el primer acto, firmó el 1-1 en el minuto 47.

La tranquilid­ad del empate, un mal menor que dejaba en sus manos la clasificac­ión en la última jornada, le dio a Croacia un impulso extra pero efímero. El selecciona­dor checo, Jaroslav Silhavy, consciente de que el punto le permitía amarrar virtualmen­te el pase a octavos, retiró a Schick y propuso un pacto de no agresión que Croacia, ya dependiend­o de sí misma después de rozar el KO, aceptó.

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