LA FURIA INDIGENISTA GOLPEA A UN PAÍS CON COLÓN EN SU NOMBRE
La retirada de estatuas y los actos vandálicos contra figuras de la Historia de España abren un profundo debate en uno de los pocos países de Hispanoamérica que había evitado entrar en este tipo de disputas. Con una huelga general fuera de control, la minoría indígena chantajea al Gobierno con viejas reclamaciones
Gabriel García Márquez describe en ‘Cien años de soledad’ un tiempo tan primitivo en Colombia que las piedras estaban recién pulidas, las cosas carecían de nombre y «para mencionarlas había que señalarlas con el dedo». Si Colombia se quita a Colón del nombre y de la memoria, y la población indígena se deshace de la Reina española que reclamó con insistencia que «no consientan ni den lugar a que los indios reciban agravio alguno», se corre el riesgo de volver a esos tiempos sin historia, sin lengua. Sin nombre.
Hace una semana el Ministerio de Cultura de Colombia, en una maniobra llevada a cabo de madrugada, retiró con discreción las estatuas de Cristóbal Colón y de la Reina Isabel la Católica que estaban situadas en las cercanías del aeropuerto internacional El Dorado de Bogotá. El Monumento a Isabel y a Colón, inaugurado en 1906, estaba compuesto por dos esculturas de bronce, obra del italiano Cesare Sighinolfi, en conmemoración del Descubrimiento de América. Después de pasar por diferentes lugares de la ciudad, su última ubicación, ahora desierta, estaba en un lugar vistoso pero poco transitado, lo cual no impidió que en algunas ocasiones amaneciera con pintadas alusivas a ambos personajes y contra el gobierno.
Según las autoridades colombianas, la retirada de las estatuas, declaradas Bien de Interés Cultural del Ámbito Nacional en 2006, son el punto de partida para iniciar unas mesas de diálogo para reflexionar «sobre el significado y valor del patrimonio cultural, en particular, de los monumentos que hacen parte del espacio público». Se estima que la concesión ha costado cerca de seis millones de euros debido a las obras de traslado. Sin embargo, la decisión no es fruto de un debate pendiente o de una reclamación popular, sino que está forzada por la situación de descontrol que vive el país desde que se inició una huelga general de graves consecuencias sociales y económicas hace casi dos meses.
«Esto ha causado tanto pasmo en Colombia como imagino que en España. Somos un país que suele obviar ciertos temas, una sociedad con mala memoria que ha dejado tradicionalmente su historia de lado ante el temor precisamente de que se mezclara con la política y se volviera algo problemático. Literalmente, carecemos de un conocimiento de la Historia más allá de cuestiones económicas, institucionales y un poco de memoria sobre los partidos políticos», explica Enrique Serrano, director del Archivo General de la Nación, sobre la inesperada preponderancia que ha adquirido de golpe el pasado, al menos en las calles, a través de un revisionismo «simplificador» y «polarizador» que se extiende por todo el continente.
A diferencia de otros países de Hispanoamérica, donde grupos indigenistas llevan