·Sánchez y el PSOE se rigen por los postulados del PSC desde julio de 2017, un vínculo que los une y condiciona
Fue el 13 de diciembre de 2017 cuando Miquel Iceta rompió el hielo: «Sin duda pediría el indulto porque en este país tendremos que cerrar heridas que tienen un origen político». Menos de cuatro años después, el diagnóstico del PSC, su estrategia y sus planteamientos son los que construyen la hoja de ruta de Pedro Sánchez y el PSOE.
En mitad de una campaña electoral convocada por la aplicación del artículo 155 de la Constitución, con una profunda polarización, el candidato del PSC planteaba una receta completamente extemporánea. En el PSOE, aquellas palabras, causaron un profundo malestar. No solo no era el momento, sino que la inmensa mayoría expresaba un rechazo a la medida en concreto. Ese día, en los pasillos del Congreso la vicesecretaria general del PSOE, Adriana Lastra, echaba balones fuera: «Es su opinión, que respeto, pero en todo caso es la suya».
Muy pronto tuvo ese nuevo PSOE de Sánchez claro que Iceta, como activo electoral, estaba amortizado. Pero el secretario general del socialismo español siempre tuvo una buena consideración de él. Valora su diagnóstico sobre la realidad catalana. Aunque no tenga su capacidad para callar, omitir o directamente cambiar de opinión en función del momento político. Por ese valor que Sánchez le atribuye a Iceta, en diciembre de 2017 no hubo una desautorización directa por parte de Ferraz al líder del PSC. Pese a los nervios entre los socialistas, tres días después, durante un acto en Gerona, Sánchez dio muestras de su apoyo a Iceta, al que agradeció su «campaña de soluciones, de propuestas, de no ir contra nadie e ir a favor de la convivencia».