Una moción de censura derroca al Gobierno socialdemócrata sueco
El exsindicalista Lofven tiene una semana para anunciar elecciones anticipadas o dimitir
BERLÍN
El primer ministro sueco, Stefan Lofven, tiene una semana de plazo para presentar su dimisión y permitir que se inicien las consultas para la formación de una nueva coalición de gobierno, o convocar unas elecciones anticipadas, después de ser desplazado por una moción de censura que impide la continuidad del Gobierno rojiverde. Han votado en su contra conservadores, ultranacionalistas y democristianos, además del Partido de la Izquierda, que hasta ahora servía de apoyo externo al Gobierno en minoría y se ha revelado ante una legislación de precios del alquiler que consideraba «insoportable». La moción de censura ha obtenido 181 de los 349 votos de los diputados suecos. Es la primera de las once mociones de censura presentadas hasta ahora en la democracia sueca que logra derrocar a un gobierno y Lofven se tomará hasta el final del plazo disponible para tantear apoyos y tomar una decisión sobre la dimisión o convocatoria electoral. «Es el interés del país lo que está en juego», ha dicho en la rueda de prensa inmediatamente posterior a la votación y en la que el antiguo sindicalista ha lamentado que «Suecia deba vivir una crisis política en un momento sanitario y económico tan complicado como este».
«Durante mucho tiempo, el Gobierno minoritario parecía poder aguantar hasta el final del mandato, pero hay diferencias inherentes en el seno de esa coalición que han resultado finalmente insuperables», explica el analista político de la televisión pública sueca Mats Knutson, «este es el desenlace que cabía esperar después de que el Partido de la Izquierda (Vansterpartiet) anunciase el jueves su intención de votar en contra en una moción, a pesar de que estaba obligado a sumar su voto con la extrema derecha para que la moción triunfase».
El detonante de esta moción de censura fue un proyecto, todavía preliminar, para reformar el precio de los alquileres, que los dejaba libres para las nuevas construcciones. Económicamente puede tener sentido, pero Lofven ha ignorado que «los ciudadanos sienten un gran desafecto por algo que pertenece a los pilares del sistema de bienestar sueco y la población está mayoritariamente en contra», dice Anders Sannerstdt, politólogo de la Universidad de Lund. A partir de ahora, si dimite el primer ministro, se le encomendará al presidente del Parlamento que abra negociaciones para encontrar un nuevo jefe de gobierno, que podría ser el mismo Lofven si consigue suficientes apoyos. En caso de elecciones anticipadas, se añadirían al escrutinio previsto en septiembre de 2022, lo que supondría dos elecciones legislativas en poco más de un año.
En sus siete años como primer ministro, Lofven ha logrado romper con la política de bloques vigente desde 2004 y se las ha arreglado para ir formando coaliciones y obteniendo apoyos de los más diversos partidos. Su habilidad negociadora es muy reconocida.
Este soldador de profesión ha demostrado gran capacidad de negociación y pragmatismo, pero en el último tramo de su trayectoria ha enfrentado varias crisis con salidas forzadas de ministros y proyectos de ley tirados abajo por la oposición. En las elecciones de 2018 obtuvo el peor resultado de la historia de su partido, un 28,3%, y presentaba ya una notable decadencia, pero se defendió presentándose como el único candidato capaz de formar un gobierno que frenase a los ultranacionalistas, atrayendo así a centristas y liberales.