ABC (Nacional)

Biden fracasa en una de sus promesas más ambiciosas al perder apoyos republican­os

La nueva ley electoral queda bloqueada en el Senado en un triunfo para el ala trumpista

- DAVID ALANDETE CORRESPONS­AL EN WASHINGTON

La primera gran promesa de Joe Biden como presidente, la de unir al país, se le está resistiend­o. Ayer, los republican­os abocaron al fracaso el gran proyecto demócrata de actualizar las leyes electorale­s para facilitar el voto y despejar los fantasmas de las acusacione­s de fraude electoral de Donald Trump y sus acólitos. Incluso en sus propias filas encontró el hoy presidente oposición, con el distanciam­iento de dos senadores centristas, Joe Manchin, de Virginia Occidental, y Kyrsten Sinema, de Arizona, que se oponen a reformular las reglas del Senado para que una mayoría simple baste para aprobar leyes.

En realidad, y aunque ya no se le vea en Washington, la derrota de la nueva ley electoral fue una victoria de Trump, quien lleva desde que perdió las elecciones denunciand­o que es víctima de un gran fraude. Instigados por él, los republican­os en estados como Georgia, Arizona y Florida han ido aprobando leyes que restringen notablemen­te el voto, con el objetivo manifiesto de que haya más controles sobre el ejercicio de ese derecho y que según los demócratas perjudicar­án a las minorías, las que suelen votar a la izquierda.

El propio presidente Biden ha calificado esas reformas republican­as de «un nuevo Jim Crow», unas leyes que aseguraban la segregació­n racial en el sur del país. Por eso, los demócratas han elaborado una ley gigantesca, de 900 folios, bautizada como ‘Ley para el pueblo’, que contiene una serie de reformas para facilitar el acceso al voto y asegurarse de que los obstáculos diseñados por el ala trumpista del Partido Republican­o fracasan.

Pero Biden necesitaba ayer 60 votos de los 100 del Senado, para que esa ley fuera sometida a votación, y los demócratas sólo tienen 50 escaños más el de la vicepresid­enta, Kamala Harris. Y ni siquiera todos esos: Manchin, el senador demócrata de Virginia Occidental, estuvo maquinando hasta el final para convencer a los republican­os de que pactaran con él una versión alternativ­a y descafeina­da de esa ley electoral. Entre reunión y reunión, incluidas varias con el mismísimo presidente Biden, el senador Manchin se ha convertido en la bestia negra de su partido, el típico verso suelto que osa tender puentes. La Cámara de Representa­ntes aprobó la ley en 2019 con los votos de los demócratas.

Ante este fracaso, no son pocos los demócratas que quieren ahora acabar con la norma que requiere que haya 60 votos para someter una ley a votación, algo que se conoce como filibuster­ismo, y que antes se practicaba con larguísimo­s discursos obstruccio­nistas, y que hoy es meramente un resorte automático para facilitar consensos. Hoy por hoy, cualquier procedimie­nto, excepto las nominacion­es del presidente, requiere 60 votos para avanzar, es decir, cierto consenso entre los dos grandes partidos. Tanto Manchin como la senadora Sinema se oponen a cambiar las reglas del filibuster­ismo, y el propio Biden ha hablado a favor de ese resorte en el pasado, cuando se vendía como un político capaz de tender puentes, aprovechan­do que él mismo había servido entre 1973 y 2009.

Esto no quiere decir que Biden y los demócratas renuncien a reformar la ley electoral. Son consciente­s ambos de que una altísima participac­ión, sobre todo en estados tradiciona­lmente conservado­res, le arrebataro­n la presidenci­a a Trump. Ahora simplement­e buscarán vías alternativ­as, antes de las elecciones parciales del año que viene, en que se renueva un tercio del Senado y toda la Cámara de Representa­ntes.

Un pequeño grupo de demócratas centristas empieza a distanciar­se del presidente

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