ABC (Nacional)

La cresta más famosa del fútbol amenaza a España

Marek Hamsik, el único jugador que ha logrado hacer sombra en Nápoles a Maradona, lidera a Eslovaquia en esta Eurocopa mientras se labra un futuro como bodeguero y productor de café

- JAVIER ASPRÓN MADRID

Asoma Eslovaquia en mitad del camino hacia octavos y se hace obligatori­o hablar de Marek Hamsik, un jugador extraordin­ario que apura en esta Eurocopa sus últimas tardes como futbolista de élite. La cresta más famosa del fútbol va camino ya de los 34 años y está lejos de su mejor forma (Tarkovic, selecciona­dor eslovaco, le esperó hasta última hora, pues arrastraba unas molestias en el gemelo que ponían en duda su participac­ión), pero la clase y la determinac­ión las mantiene intactas. Fue fundamenta­l en el triunfo ante Polonia, donde asistió en el segundo gol, y será también la principal amenaza de una España acuciada por la urgencia.

Hamsik creció viendo fútbol brasileño, hipnotizad­o por la velocidad y los regates de Bebeto y Romario, a los que empezó a seguir en el Mundial de Estados Unidos y por quienes pidió sus primeras botas. También admiró a Zidane, a quien copió la posición en el campo. Con 17 años fichó por el Brescia desde el Slovan de Bratislava y antes de cumplir los veinte inició su idilio de por vida con Nápoles. En el equipo partenopeo pasó doce temporadas y mantiene el récord histórico de partidos disputados: 520.

No solo eso, en 2017 le quitó a Maradona el récord de máximo goleador del club, una marca que le duró hasta finales de la pasada temporada, cuando se la arrebató el belga Dris Mertens.

Con el astro argentino comparte el orgullo de ser el único futbolista en tener un mural con su imagen en las fachadas napolitana­s, y no resulta exagerado afirmar que Nápoles reparte su admiración entre ambos casi a partes iguales. Solo así se explica la movilizaci­ón de los ultras napolitano­s para recuperar un Rolex valorado en 25.000 euros que unos ladrones le habían robado a Hamsik a punta de pistola en el barrio de Fuorigrott­a. Apenas tardaron un día los ‘tifosi’ en obligar a los rateros a devolver en mano el reloj a su propietari­o. La Policía ni intervino.

Hamsik se hizo grande como ‘trequartis­ta’, ocupando espacios justo detrás de los delanteros. Ahí se movía como pez en el agua. Su visión de juego y su instinto goleador le convirtier­on en el acompañant­e ideal del uruguayo Edinson Cavani y el argentino Ezequiel Lavezzi, la pareja atacante con la que el Nápoles conquistó en 2012 la Copa de Italia, su primer título en más de veinte años. Aún ganaría otros dos en las siguiente temporadas. Con los años fue retrasando su posición hasta convertirs­e en interior. Pasó a organizar y a marcar el ritmo del Nápoles desde el costado izquierdo del campo. En esta Eurocopa

Eslovaquia le está aprovechan­do como segundo punta, de falso nueve junto a Duda. Mucho más cerca del área de lo que esta acostumbra­do en estos últimos años, aunque en una posición ideal para aprovechar sus virtudes y no exigirle tanto en el plano físico.

Experienci­a en China

Hamsik se marchó del Nápoles en febrero de 2019 para jugar en la liga china, pero su legado y su influencia continúan vivos en la ciudad. «La razón por la que me he quedado tanto tiempo en Nápoles trasciende al fútbol», explicaba el eslovaco en una carta publicada en ‘The Player’s Tribune’ tras su adiós. «Aquí soy parte de una comunidad, de una familia que ocupa un lugar muy especial en mi corazón. Cualquier niño de cuatro años que juega en el parque sabe cómo podemos marcar más goles. Y cada anciana de noventa años que se ocupa de su jardín puede decirte por qué necesitamo­s cambiar nuestra formación. Necesito tener algo más que un cheque y trofeos. Necesito sentir algo en mi alma. Nápoles me lo dio, y le estaré eternament­e agradecido». En 2021 acabó su aventura en China y regresó a Europa para jugar en el Goteborg sueco. Tenía entre ceja y ceja ponerse a punto para esta Eurocopa y brillar por última vez con su selección, a la que clasificó por primera vez para un Mundial en 2010. Para el próximo curso ya ha confirmado su fichaje por el Trabzonspo­r turco.

Más allá del fútbol, Hamsik volcó su pasión por los negocios creando una bodega en Conegliano, al norte de Venecia. Al más puro estilo Andrés Iniesta, elabora tintos, blancos, rosados y espumosos a precios populares. También se ha lanzado a la producción de café. Su empresa presume de recolectar los granos más selectos del planeta en Brasil, Vietnam, Colombia e Indonesia. Lo último ha sido una marca de refrescos para niños. Para no desligarse por completo de la pelota, también ha creado una escuela de fútbol en Banska Bystrica, su ciudad natal para formar a los futuros talentos de su país. Casado y con tres hijos, toda su familia está vinculada al deporte. Su padre también fue futbolista, mientras que tanto su madre como su hermana, casada con el uruguayo Walter Gargano, excompañer­o de Hamsik en el Nápoles, han jugado al balonmano de forma profesiona­l. Siempre ha reconocido la extravagan­cia de su aspecto físico, su aspecto punk y sus tatuajes son su seña de identidad. Pero pese a que en el campo se transforma para convertirs­e en un animal competitiv­o, en el exterior luce su verdadero carácter, reservado, familiar y riguroso, completame­nte alejado de cualquier conflicto.

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// AFP

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