La historia humana de Denisova no estaba escrita en sus huesos
Obtienen ADN de los sedimentos de uno de los yacimientos clave en nuestra evolución
MADRID
Hace apenas un mes, un equipo internacional de investigadores, entre ellos el codirector de Atapuerca, Juan Luis Arsuaga, hacía público en ‘Science’ un hito destinado a cambiar la Paleontología para siempre: por primera vez se obtenía ADN (tanto mitocondrial como nuclear) de neandertales sin necesidad de huesos fósiles, directamente de los sedimentos de tres importantes cuevas ocupadas por ellos: las de Denisova y Chagyrscaya, en los montes Altai, en Siberia, y la Galería de las Estatuas de la Cueva Mayor, en Atapuerca, Burgos.
Ahora, y en un nuevo trabajo en el que han participado casi todos los investigadores de la vez anterior, la novedosa técnica ha permitido trazar, por primera vez, la «historia ocupacional» de la cueva de Denisova, donde aparecieron los primeros restos de una nueva y misteriosa especie humana relacionada con los neandertales. En esta ocasión, la investigación se ha publicado en ‘Nature’.
Situada en los montes Altai, al sur de Siberia, la cueva de Denisova es famosa por el descubrimiento de los denisovanos, una especie humana arcaica que se cree que ocupó una buena parte del Asia central y oriental. Sin embargo, hasta ahora solo se han recuperado en la cueva ocho fragmentos de huesos y dientes de neandertales y denisovanos, restos que resultan insuficientes para reconstruir la historia ocupacional del sitio en detalle.
El nuevo análisis realizado en Denisova es el mayor análisis de ADN de sedimentos jamás llevado a cabo hasta ahora en un único sitio de excavación. «El análisis del ADN de los sedimentos -explica Richard Roberts, coautor del estudio- brinda una oportunidad maravillosa para combinar las fechas que determinamos previamente para los depósitos en la cueva Denisova con evidencia genética de la presencia de personas y fauna».
Además de ADN humano, los investigadores hallaron numerosas muestras de ADN animal, lo que les permitió identificar dos periodos de tiempo durante los que las poblaciones animales como las humanas sufrieron grandes cambios. El primero de ellos, hace unos 190.000 años, coincidió con el paso de un clima relativamente cálido a uno mucho más frío, cuando las hienas y osos cambiaron y los neandertales llegaron por primera vez a la cueva. Hace 130.000 años, el clima volvió a calentarse cambiando de nuevo la fauna.
De hecho, el equipo de geocronólogos dirigido por él y por Zenobia Jacobs recolectó más de 700 muestras de sedimentos de muy distintas antigüedades. Se detectó ADN de denisovanos, neandertales y humanos modernos en 175 de las muestras. Cuando los investigadores hicieron coincidir los perfiles de ADN con las edades de las capas de sedimento, hallaron que el ADN más antiguo pertenecía a los denisovanos, lo que indica que fueron ellos los autores de las herramientas de piedra más antiguas de la cueva, datadas entre hace 250.000 y 170.000 años.
Justo después llegaron hasta allí los primeros neandertales, y a partir de ese momento la cueva fue frecuentada tanto por neandertales como por denisovanos, excepto en el periodo comprendido entre hace 130.000 y 100.000 años, para el que no se encontró ADN denisovano en los sedimentos. Los denisovanos, sin embargo, sí que regresaron a la cueva después de esa larga ausencia. Nuestra especie, por su parte, llegó a la cueva mucho más tarde.
En efecto, el ADN de los humanos modernos, nuestros antepasados directos, aparece por primera vez en Denisova en las capas de sedimento que contienen herramientas del Paleolítico Superior (hace unos 40.000 años) junto a una diversidad de otros objetos que están ausentes en las capas más antiguas. Según Zavala, «esto proporciona no solo la primera evidencia de humanos modernos en la cueva, sino que también sugiere que podrían haber traído nueva tecnología a la región».