Ángel de la guarda, dulce compañía
Transparencia oculta la identidad de los verificadores de la Comisión Permanente contra la Desinformación
Que un Gobierno presidido por Pedro Sánchez, adicto al engaño desde que existen registros, como de la lluvia, la inflación o el número de linces, monte una Comisión Permanente contra la Desinformación es una de las paradojas que dan sentido y sinsentido a este tiempo incierto y maleable. El ‘Ministerio de la Verdad’ de Redondo y Sánchez es el guante de seda de la mano inocente que saca la bola del dogma, el niño de San Ildefonso que canta el Gordo del sorteo extraordinario de una realidad amoldada a los planes del Ejecutivo y el ángel de la guarda que pintó Murillo como expresión plástica del amparo y la confianza. «Nada te turbe, nada te espante», escribió Teresa de Ávila. Dios es ahora Sánchez, cuyo escuadrón de verificadores y relatores permanece en las sombras, ángeles caídos a las cloacas de la contrainformación, donde han montado un equipo de natación sincronizada en aguas fecales. Llamas a Transparencia para preguntar sus nombres y dice la teleoperadora que son secretos, gente que va y viene, expertos cuyo anonimato garantiza su solvencia y entrega a la causa. La desinformación era eso. No sabemos quiénes son, pero sí quién los ha llamado a filas. Suficiente. Que sea Sánchez el guardián de la información y la verdad es una garantía ética. ¿De quién depende Desinformación? Pues ya está.