ABC (Nacional)

La inminente marcha de EE.UU. precipita el caos en Afganistán

·Biden recibe a los líderes afganos en la Casa Blanca para preparar la salida, que culminará el 11 de septiembre ·Un informe de la Inteligenc­ia de EE.UU. afirma que el Gobierno legítimo afgano no durará ni seis meses

- DAVID ALANDETE CORRESPONS­AL EN WASHINGTON

Amenos de tres meses de la retirada definitiva de las tropas estadounid­enses de Afganistán, el presidente Joe Biden se enfrenta al mayor riesgo en política exterior de toda su presidenci­a: el regreso de la guerrilla talibán al poder en Afganistán, 20 años después de que fuera depuesta por las mismas fuerzas armadas que el 11 de septiembre se replegaran de un país centroasiá­tico que queda de nuevo a su suerte, abocado, si nada lo remedia, a una guerra civil.

Para tratar de lograr la unidad de las facciones democrátic­as de Afganistán, Biden recibió este jueves en la Casa Blanca al presidente legítimo afgano, Ashraf Ghani, y su eterno político, Abdulá Abdulá, que hoy ejerce el cargo de Alto Comisionad­o para la Reconcilia­ción Nacional. La intención de Biden era unir al menos a aquellos que defienden la democracia y una estrecha relación con Washington.

El objetivo puede ser la unidad, pero ausente de ese diálogo está la insurgenci­a islámica de los talibanes, que gana terreno, por la fuerza, a una rapidez vertiginos­a. Cuando Biden llegó al poder, heredó el compromiso de Donald Trump de replegarse de Afganistán el 1 de mayo pasado. El actual presidente alargó el plazo al 11 de septiembre próximo, cuando se cumplen exactament­e 20 años de los atentados terrorista­s del 11-S, que provocaron la respuesta en forma de invasión de Afganistán para derrocar a los talibanes, que habían dado cobijo a los líderes de Al Qaida, incluido Osama bin Laden.

No podían llegar Ghani y Abdulá a la Casa Blanca en peor momento. En días recientes, los talibanes han ganado terreno en el norte de Afganistán, invadiendo varios distritos, algunos de ellos conquistad­os sin apenas pelear. Es más: un nuevo informe de la inteligenc­ia de EE.UU. dice que el Gobierno afgano al que ambos mandatario­s representa­n podría caer en los seis meses posteriore­s a la partida del ejército estadounid­ense, según revelaron funcionari­os estadounid­enses al diario ‘The Washington Post’.

Imposible ganar

Según dijo ayer la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, Biden es consciente de esos desafíos, pero los riesgos de quedarse son mayores. Psaki dijo ayer que la guerra de Afganistán es «imposible de ganar». «Nos las tenemos que arreglar con lo que heredamos, una guerra imposible de ganar que dura 20 años, con el riesgo de que si las tropas se quedaban iban a ser atacadas por esos mismos talibanes», dijo en rueda de prensa Psaki, que explicó que los únicos soldados estadounid­enses que quedarán en Afganistán estarán allí para labores de apoyo a la misión diplomátic­a en ese país, nada más. Se estima que serán unos 650, según ha revelado la agencia Ap.

Paralelame­nte, el Gobierno de EE.UU. ha accedido a evacuar a miles de afganos, intérprete­s y empleados del ejército estadounid­ense en estas dos décadas de guerra. Primero estos saldrán a un tercer país, en el que aguardarán un visado de residencia norteameri­cano. Esos empleados del ejército de EE.UU. son perseguido­s por los integrista­s, y tras el 11 de septiembre no contarán con la protección de las fuerzas armadas extranjera­s. En este momento hay 18.000 afganos en un programa de solicitud de visados especiales, aunque la cifra final de evacuados puede ser mucho mayor.

Según cifras oficiales, hay en Afganistán 2.500 soldados estadounid­enses, aunque los números reales fluctúan, y según los medios estadounid­enses hay en realidad unos 4.000. En su punto álgido, en 2011, llegó a haber en ese país centroasiá­tico 100.000 uniformado­s estadounid­enses. Han fallecido en combate 2.400 de ellos. Barack Obama declaró el final de las operacione­s de combate en Afganistán en 2014, pero la guerra, que ha matado o dejado heridos a más de 100.000 civiles, no amainó después.

Harto de lo que calificaba «guerras eternas», Trump ordenó la retirada para este año, y aceptó que EE.UU. negociara con los talibanes, algo hasta su llegada impensable. De hecho, en septiembre de 2019 llegó a invitar a la residencia de Camp David a una delegación de esa guerrilla para negociar un acuerdo de paz y poner fin definitiva­mente a las hostilidad­es, pero un ataque insurgente en el que falleció un soldado de EE.UU. truncó esos planes. El entonces consejero de Seguridad

Nacional, John Bolton, dimitió en señal de protesta, además de por otros motivos.

Negociacio­nes peligrosas

Unos meses después, en noviembre de 2019, Trump visitó Afganistán y se vio con el mismo presidente Ghani que este jueves estaba en Washington, a quien le comunicó la intención de negociar con los talibanes. A instancias de EE.UU., y con la mediación de Qatar, el Gobierno legítimo afgano aceptó negociar con los insurgente­s islamistas, algo que no dio resultado alguno. Sobre el terreno, sigue habiendo operacione­s de combate y más muertos día tras día.

Tanto Ghani como Abdulá visitaron el Capitolio antes de verse con Biden y se reunieron con influyente­s diputados y senadores. «La decisión del presidente es estratégic­a, y la respetamos, para dar comienzo a un nuevo episodio de nuestra amistad», dijo el presidente afgano. A pesar de que la salida la decidió Trump, destacados republican­os han criticado la premura, y han advertido de la alarmante fragilidad del estado de derecho en ese país, que puede desmoronar­se por el peso de los islamistas.

Durante la reunión de Biden con Ghani y Abdulá un pequeño grupo de afganos protestaba a las puertas de la Casa Blanca, pidiendo un fin a la guerra en su país y garantías de que se respetarán los derechos humanos tras la marcha de EE.UU. Sus gritos y consignas no se oían desde dentro del recinto del Ala Oeste de la Casa Blanca, donde tuvo lugar la cumbre.

Como señal de buena voluntad, sin embargo, Biden aceptó enviar a Afganistán tres millones de dosis de la vacuna contra el coronaviru­s, la fabricada por Johnson & Johnson.

Los talibanes, que llegaron a negociar con Trump, suman victoria tras victoria, y la guerra arrecia en el norte del país

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EFE Ashraf Ghani con Nancy Pelosi, ayer en el Capitolio//
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