Los bomberos oyen ruidos bajo los restos del edificio de Miami
Los muertos son cuatro y los desaparecidos 159; al menos 120 vecinos están a salvo
NUEVA YORK
EE.UU. vivía ayer pendiente de un milagro: que las decenas de desaparecidos en el derrumbe de un edificio en Surfside, al norte de Miami Beach (Florida) siguieran con vida.
Un equipo de 130 bomberos se afanaron durante el día y la noche en la búsqueda de supervivientes entre los escombros que dejó el desplome de un bloque de doce pisos enfrente del mar, en una zona acomodada de la costa. Se cayó un ala entera del edificio: 55 de los 130 apartamentos se hundieron a la una y media de la mañana del jueves, sepultando a decenas de vecinos que dormían. Ayer, cada minuto que pasaba sin encontrar supervivientes era una mala noticia.
Al cierre de esta edición, las autoridades habían elevado el número de fallecidos confirmados a cuatro. El número de vecinos localizados y a salvo era de 120. Pero todavía quedaban 159 personas sin localizar.
Con el paso de las horas, la posibilidad de que hubiera muchos supervivientes disminuía y se anticipaba un recuento de fallecidos muy largo, en medio de una tortuosa labor de desescombro y de rescate. La única esperanza es que los equipos de rescate oían sonidos entre los restos del edificio, un bloque de 136 apartamentos de los cuales 55 se derrumbaron por completo.
«Estamos escuchando sonidos. No son, específicamente, sonidos humanos. No son necesariamente golpes, podría ser acero o algún tipo de lluvia de escombros» dijo el jefe del cuerpo de bomberos del condado de MiamiDade, Ray Jadallah. Sin embargo, se aferraban a la posibilidad de que los sonidos vengan de supervivientes. «Mantenemos la esperanza y cada vez que oímos un sonido nos concentramos en esa zona».
No se conoce la factura total de la tragedia, pero sí historias espeluznantes. Por ejemplo, la de Jonah Handler, que fue sacado de los escombros poco después del derrumbe. Pero su madre, Stacey Fang, fue la primera víctima confirmada de la tragedia. Una suerte que también podría haber tenido Cassandra Stratton: su marido, Michael, estaba al teléfono con ella desde Denver. «Me dijo que el edificio estaba temblando», contó a la cadena KDVR. «Y el teléfono murió». Otra mujer, Angela González, cayó cuatro pisos con el desplome del edificio. Se partió la pelvis. Pero fue capaz de encontrar y sacar a su hija Devon de la escombrera.
Las causas del derrumbe del edificio son todavía desconocidas. Una vecina del barrio, Vicky Mayer, aseguró a ABC que en los últimos días habían visto obras en el inmueble: «Había operarios introduciendo brea en el edificio», asegura. Las autoridades confirmaron que había obras en la azotea, pero otras reparaciones estructurales estaban también previstas. El abogado que representa a la asociación de vecinos del edificio, Kenneth Direktor, aseguró a ‘The New York Times’ que había obras considerables previstas para tratar daños en el hormigón y en metales oxidados. El edificio, construido en 1981, debía pasar este año por un proceso de certificación obligado cada cuarenta años por la legislación local. En los últimos años se había detectado un progresivo hundimiento de la estructura.
Direktor dijo al diario neoyorquino que no había indicios de momento de que el derrumbe tuviera que ver con esos problemas, que son habituales por la corrosión a la que se enfrenta los edificios que, como este, están delante del mar. Ya hay una demanda colectiva interpuesta contra la compañía que gestiona el edificio.
Entre los desaparecidos hay muchos miembros de la comunidad judía, con mucha presencia en el sur de Florida. También, muchos suramericanos, en un enclave favorito para las elites del continente.
Las causas del derrumbe son aún desconocidas pero se confirma que había obras en la azotea