ABC (Nacional)

Lorenzo Insigne, el genio napolitano al que rechazaban por bajito

El extremo lidera a una Italia que está firmando el mejor fútbol de la Eurocopa

- IVÁN MARTÍN

Algo sucede con Italia, está irreconoci­ble. No pega un pelotazo, saca el balón jugado, es vertical y no tiene ninguna estrella polémica (ya no hay nadie tan excéntrico como Totti ni tan loco como Cassano). Esta Azzurra, contra natura, no ha sufrido en fase grupos y ha realizado el mejor fútbol de la Eurocopa pese a ser entrenada por Mancini, un fiel exponente del ‘catenaccio’ en el pasado. Incluso el 10, el jugador más técnico y peligroso de su selección, es del sur y no llega al 1,65 m de estatura. Su nombre es Lorenzo Insigne y es el capitán del Nápoles.

Insigne nació en la indomable capital del Vesubio, la única ciudad de Europa donde no hay pasos de peatones o es lícito ir sin casco en la moto, donde la decadencia es bella y el Nápoles, una religión. Tierra históricam­ente pobre y martirizad­a por la camorra, en el siglo pasado era común en las familias de la Italia meridional que los hombres emigraran al norte en busca de un trabajo digno. El de Lorenzo hizo lo propio y el pequeño, capacitado desde la cuna para burlar a su madre, se crió faltando a la escuela, jugando al fútbol en las calles, trabajando en un mercadillo para llevar dinero a casa y luciendo rapados imposibles; como todos los chicos de su entorno.

Carmine, su padre, consciente del talento de su retoño, le llevó a probar al Inter y al Torino, donde le rechazaron por bajito. De hecho, el chico llegó a plantearse dejar el balón por su escasísima estatura. Sin embargo, la oportunida­d le llegó en el club de su vida, el mismo que ahora capitanea.

Tras pasar por las categorías inferiores y retirar a Carmine del trabajo, Insigne vivió varias cesiones en Tercera. Pero fue en el Pescara (Serie B) donde destapó el tarro de la esencias, y junto a Immobile y Verratti (actuales compañeros de selección) logró el ascenso a la Serie A. Inmediatam­ente, el Nápoles le repescó. Desde entonces, el pequeño extremo ha sido un jugador esencial en el club más importante del sur de Italia. A sus 30 años, suma 109 goles y 85 asistencia­s en casi 400 partidos de celeste.

En plena madurez personal y futbolísti­ca, Mancini le ha entregado las llaves de la selección al número 10 que, pese a haber representa­do a Italia antes en un Mundial y una Eurocopa, por fin se siente relevante. Y no ha decepciona­do: en los dos partidos que ha disputado ha sido un cuchillo por la banda izquierda. El juego combinativ­o y la calidad en la medular transalpin­a le permiten recibir al pie, dar la vuelta y encarar a su par en la esquina del área, donde es realmente peligroso. En el partido inaugural ante Turquía, Lorenzo dio una exhibición junto a Berardi (su homólogo en la derecha) y marcó un bonito gol de interior tras una asistencia de Immobile, mostrando otra de sus virtudes, el disparo ajustado.

Hoy, ante Austria (21:00 horas, Telecinco)

los italianos inician su camino en la ronda eliminator­ia de la Eurocopa. Históricam­ente abonados a la épica de ganar sin merecerlo, esta vez, su juego les delata: son favoritos. Un papel al que no están acostumbra­dos.

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