Nervios en los ministros: Sánchez dilata la crisis de gobierno
Tras semanas de especulaciones, el presidente blinda el debate con su núcleo duro hasta decidir si sustituye a Calvo, pieza clave en el gabinete actual
Pedro Sánchez juega con los tiempos de la crisis de gobierno que aparece ya en el horizonte como el gran acontecimiento político pendiente. La remodelación está ampliamente asumida en el panorama político. Esa sensación de incertidumbre respecto al momento en el que el presidente acometerá la reforma genera algo de inquietud. Pocos son los ministros que se salvan de recientes polémicas o que no aparecen señalados como posibles salidas en el Ejecutivo. Varios tienen en el cajón asuntos pendientes para ser aprobados en breve. Uno de ellos reclama «cierta celeridad» para trabajar con más garantías. «Esperemos que se resuelva pronto», dice un miembro del Consejo de Ministros. «Yo desde luego no sé nada. Ya veremos», dice otro. La mayoría están fuera de juego en este tema. Y los que algo saben prefieren decir que no saben nada, cuando lo habitual suele ser no querer perder la posición de influencia.
El presidente ya ha hablado con algunos interlocutores respecto a una crisis de gobierno que en la sala de máquinas gubernamental definen como «un nuevo impulso a la acción del Gobierno». Aunque deliberadamente se quiere añadir incertidumbre: «Si se produce...». Pero es algo que dan por hecho todos los interlocutores consultados. La mayoría reconoce que no han sido consultados. Y de ahí el creciente nerviosismo.
Sánchez trata estos asuntos con un grupo cerrado de colaboradores. En el complejo de La Moncloa esta cuestión pasa por sus manos, por las del jefe de gabinete, Iván Redondo, y por el secretario general de la presidencia del Gobierno, Félix Bolaños. A nivel orgánico en el PSOE serán solo Adriana Lastra y Santos Cerdán los únicos que no se enterarán por la prensa o muy poco antes de que la cuestión se sustancie. Y en el Ejecutivo, los tres ministros con información son Carmen Calvo, José Luis Ábalos y María Jesús Montero. Fuentes gubernamentales apuntan también a la ministra de Defensa, Margarita Robles, y al ministro de Política Territorial, Miquel Iceta.
Estos dos últimos nombres dentro de los primeros anillos de poder del universo Sánchez no son baladíes. Robles porque está con el presidente desde el principio, ocupa una cartera con peso y es vista con recelo por parte del Gabinete al erigirse como contrapoder a la presencia de Unidas Podemos. Pero cuenta con una alta valoración ciudadana que equilibra el Gobierno. Y siempre estuvo al lado de Pedro Sánchez en sus peores momentos. Se apuesta por su continuidad, aunque algunas quinielas la sitúan fuera. Mientras que Miquel Iceta es de los pocos que pueden dar su continuidad como segura. Acaba de incorporarse al Ejecutivo. Y fuentes gubernamentales auguran un aumento de su protagonismo. En la órbita del PSC se espera un ascenso para su figura. Es de los ministros más políticos que tiene Sánchez. «Y no tiene tantos», añade un importante miembro de la dirección socialista.
Juego con el calendario
Pero incluso algunos de estos colaboradores quieren apartar la tentación de entrar en un tema en el que no se quieren filtraciones. Y aseguran, al igual de los ministros menos relevantes, no haber sido consultados.
El presidente mide los tiempos. En La Moncloa perciben que, pese a un coste político que no niegan, el relato social es mejor que hace semanas en lo relativo a los indultos. Se asume la necesidad de un vuelco a la legislatura. Aunque una persona importante en el PSOE receta, por el contrario, «sosiego» porque el clima «ya no es el de después del 4 de mayo». Interpreta que el presidente podría reservar ese momento para más adelante. «El estado de ánimo del verano junto al gran avance de la vacunación es ya un cambio de dinámica. Si quiere llevar la legislatura a su término... Puede esperar unos meses todavía y dar ese golpe de efecto en otro momen
to», reflexiona este dirigente que se enclavaría en el segundo anillo de influencia sobre Sánchez. Hace tiempo estaba asumido en los pasillos gubernamentales y en las dependencias socialistas el escenario de una crisis de gobierno cuando la pandemia se superase. Y muy asociado al Congreso Federal del PSOE que se celebrará del 15 al 17 de octubre en Valencia. Y a los congresos regionales que vendrán después. Sánchez juega esta partida con tres barajas. Y con la libertad de hacer lo que quiera con ellas. Porque en su PSOE no hay oposición interna ni se debe a cuotas territoriales a la hora de configurar sus equipos. Más allá de la presencia del PSC en la dirección y en el Gobierno, cuestión que Sánchez no vive en ningún caso como una imposición.
En el entorno más cercano al presidente no quieren descifrar si la renovación se acometerá en septiembre, más ligada a ese calendario orgánico, o si el presidente acelerará y lo hará antes de las vacaciones de agosto para arrancar ya el nuevo curso político con el equipo renovado. Esta última opción es la que cogió más fuerza hace unas semanas, cuando la Secretaría de Estado de Comunicación pretendió cortar la polémica con un mensaje a la prensa a altas horas de la noche. El efecto fue el contrario al deseado, porque no negó la crisis y le dio carta de naturaleza. Pero lo cierto es que por primera vez asoma un cambio fuerte. Once ministros siguen con Sánchez desde junio de 2018. Hasta ahora Sánchez resolvió con cambios parciales todas las necesidades que se presentaron. Ahora algunos de ellos aparecen en la casilla de salida, como la ministra de Industria, Reyes Maroto, o el de Interior, Fernando Grande-Marlaska. Aunque a este último algunos compañeros lo consideran «clave» para resolver la cuestión marroquí, que ha dejado muy marcada a la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya. La gestión de Carolina Darias en Sanidad ha levantado algunas suspicacias. A Pedro Duque, para absorber ciencia en otra cartera se le sitúa fuera. Hay vientos de cambio en Educación y Cultura. Pero la crisis solo será muy relevante si toca el corazón del Ejecutivo. Si Maria Jesús Montero deja la portavocía, va a seguir en Hacienda. Pero especialmente si llega a la vicepresidenta primera, Carmen Calvo. El rostro más expuesto del Gobierno es a la vez el que más aristas y asuntos controla. Su salida dejaría demasiados huecos por rellenar. En el Gobierno ven su marcha muy difícil y atribuyen al «fuego enemigo» que se apunte a ella. Solo sucederá si Sánchez y ella lo han acordado.