SALA DE MÁQUINAS
CAMBIANDO DE RÉGIMEN
El cambio de gobierno es un asunto menor en clave marquetiniana, igual que se renueva el anuncio de un detergente para prometernos que ahora sí lavará más blanco que nunca. Con el presidencialismo sanchista, los ministros son figuritas del belén, inertes e intercambiables. No es que nos enfrentemos a un cambio de gobierno, ni siquiera a un cambio de ciclo. Está la sospecha cada vez más evidente de que, directamente, nos están maquinando un cambio de régimen. Por la puerta de atrás, contra la mayoría social y obviando el éxito de la monarquía constitucional nacida en 1978. Y esto sólo lo puede parar la Unión Europea o una improbable reacción del electorado socialdemócrata. Porque el sanchismo ya cruzó la raya; se ha amarrado a los secesionistas y a la izquierda radical. ¿Qué es sino un cambio de régimen la alfombra puesta al ‘procés’, la centrifugación nacional, el asalto al poder judicial, los enredos con la prensa, el bloqueo a la Corona o el control monopolístico del sistema educativo?