ABC (Nacional)

·El viento arrastra a las embarcacio­nes a la zona, normalment­e un punto de paso en el camino hacia Tenerife

·Miles de inmigrante­s pierden la vida en aguas de Canarias cada año, engullidos por las fuertes mareas

- LAURA BAUTISTA LAS PALMAS DE GRAN CANARIA

La isla de El Hierro no es solo un lugar atravesado por el meridiano de Ptolomeo, también al suroeste de su litoral se dibuja esa línea invisible y mortífera en la que las pateras se pierden para siempre. Las mareas, los vientos, el trayecto pautado y la voracidad del Atlántico hace que en El Hierro sea el último punto al que agarrarse antes de desaparece­r en la isla de las pateras fantasma.

El punto más occidental de España, el faro de La Orchilla, en el municipio de El Pinar, es donde se avista por última vez el sueño de decenas de migrantes de llegar a la esperada ‘Gran España’ para perderse entre las olas.

Cuando el SAR recibe un aviso de avistamien­to de patera desde esta zona, se teme lo peor. No es un secreto que en esta región del Atlántico las vidas se esfuman tras días a la deriva, en embarcacio­nes donde conviven escasos supervivie­ntes con compañeros de travesía que no tuvieron tanta suerte.

Así ocurrió el pasado mes de abril, cuando tres supervivie­ntes, dos hombres y una mujer, lograron escapar de la tragedia que persigue a la isla más occidental de Canarias. Los tres supervivie­ntes viajaban con 24 muertos, no tenían fuerzas ni para lanzarlos por la borda, aseguraron. Entre los fallecidos había dos niños. Nueve de ellos han sido enterrados en Tenerife, sin nombre, mientras 32 familias continúan buscando a sus familiares en esta tragedia.

Se sumaron a una desgracia reciente, ya que apenas unas semanas antes había sido localizado un cayuco con 23 ocupantes subsaharia­nos, cuatro de ellos fallecidos. Echando la vista atrás, esta delgada línea entre lo localizabl­e y la vida perdida al sur de El Hierro se ha cobrado decenas de vidas desde 2006. La mayoría de los fallecidos fueron lanzados al mar por los supervivie­ntes, a medida que la tragedia se iba apoderando de la patera que ocupaban, por respeto y por superviven­cia.

La patrona de El Hierro, la Virgen de los Reyes, vela muchos muertos. Los profesiona­les del mar, pescadores y patrones de mercantes, suelen convertirs­e en ángeles de la guarda en esta situación, tal y como relata Antonio García (nombre ficticio), que ha preferido mantener el anonimato. En las pateras que se encuentran en su zona de faenada «los ocupantes suelen llegar en muy malas condicione­s, o en tragedia», y es que desde la primera crisis de los cayucos de 2006 «nos hemos habituado a encontrar embarcacio­nes en las que la cosa está muy complicada».

Para él, lo peor no son los muertos que pueda llevar dentro la patera, sino los vivos, desesperad­os. «En los cayucos van niños y niñas, madres y bebés de meses, o pequeños de 3 o 4 años, que te miran sabiendo que eres su esperanza»; muchas veces «en mal estado y con la edad de tus hijos», rememora: «Es muy duro». Hay que estar «fuerte psicológic­amente» para enfrentars­e a una crisis de pateras si se faena en El Hierro. «Hay compañeros que realmente lo pasan muy mal».

La ONG Caminando Fronteras estima que en 2020 murieron 1.851 personas en su intento de llegar a Canarias

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