ABC (Nacional)

Camareros y comerciant­es hacen de ‘policías’ en los interiores

- MIQUEL VERA BARCELONA

La Rambla de Barcelona recuperaba ayer, poco a poco, su ambiente prepandémi­co. Sin las mascarilla­s y con la tímida presencia de los turistas que ya empiezan a llegar a la ciudad, el céntrico bulevar volvía a lucir como en los días previos al estado de alarma.

Al igual que en el resto del país, los transeúnte­s se dividían en tres grandes grupos: los que iban con la mascarilla puesta, los que ya la habían abandonado en el bolsillo o el codo y los que la seguían portando, pero en el cuello. «La gente va medio, medio; pero son más los que la llevan. La juventud, sobre todo, son los que están más hartos, pero tienen que pensar en los mayores, que aún vacunados nos podemos contagiar», contaba Matilde, floristera de esta céntrica calle.

A quien la nueva norma le multiplicó el trabajo fue a los camareros, vigilantes y comerciant­es, obligados a recordar una y otra vez que dentro de los locales o espacios como la Catedral la protección seguía siendo obligatori­a.

En la otra punta de la ciudad, en Hospitalet, donde tiene lugar desde mañana el Mobile World Congress se veía otra imagen: la de los congresist­as haciendo cola, casi todos con mascarilla, para hacerse sus test y poder entrar en el evento sin problemas.

La estampa contrastó, a su vez, con el desenfreno vivido la noche anterior en muchas calles, playas y locales nocturnos de Barcelona, donde cientos de jóvenes volvieron a juntarse sin distancia ni mascarilla para festejar el fin de una medida que muchos ya venían esquivando desde hace semanas.

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// P. DALMAU

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