ABC (Nacional)

‘Vicenta Lorca’, la madre del poeta toma la palabra

Cristina Marcos encarna en el Fernán Gómez a una mujer apenas conocida

- JULIO BRAVO

MADRID

Vicenta Jacoba María de la Concepción Carmen de la Santísima Trinidad Lorca Romero sería un nombre más, el de una maestra de pueblo en las postrimerí­as del siglo XIX en España, si no hubiera sido porque el 5 de junio de 1898 dio a luz a su primer hijo, Federico. Desde aquel día, y especialme­nte desde el 18 de agosto de 1936, fecha del asesinato del poeta, Vicenta pasó a ser ‘la madre de García Lorca’. Se saben algunas cosas de su vida, pero su figura, como es lógico, ha permanecid­o siempre en la oscuridad de la sombra de su hijo. «Mi madre, a quien adoro, es maestra –escribió Federico–. Dejó la escuela por las galas de labradora andaluza, pues ha enseñado a leer a cientos de campesinos y ha leído en alta voz por las noches para todos, y no ha desmayado un momento en este amoroso afán por la cultura. Ella me ha formado a mí prácticame­nte y yo le debo todo lo que soy y lo que seré».

Ahora tres dramaturgo­s –Itziar Pascual, Yolanda Pallín y Jesús Laiz– han rescatado su memoria en ‘Lorca, Vicenta’, una obra que, tras un preestreno en San Lorenzo de El Escorial, sube hoy al escenario del Teatro Fernán Gómez, donde estará hasta el 27 de febrero. La dirección es de José Bornás, y Cristina Marcos interpreta a

Vicenta Lorca. «Creo que la quiero mucho ya, me parece una mujer impresiona­nte; me gustaría», dice la actriz: «En las fotos que se conservan de ella siempre aparece con una expresión triste; no sé si solo la tendría posando, o siempre sería así».

Y es que motivos tenía para estar triste esta mujer, que fue unos años maestra en Fuente Vaqueros, hasta que al casarse y quedar embarazada de su primer hijo, Federico, tuvo que dejar el trabajo. Tras su asesinato, toda la familia se exilió; el padre del poeta murió en Nueva York en 1945 y Vicenta volvió a España, junto a sus hijos y sus nietos, unos años después. Murió en Madrid el 9 de abril de 1959, con más de 80 años, muchas dolencias y más de dos décadas después de la muerte de su hijo; nunca quiso volver a pisar Granada.

A Cristina Marcos le llegó la propuesta de encarnar a Vicenta antes que el texto. «Me parecía muy atractivo, muy interesant­e, pero sin conocer el texto...». Una vez en sus manos, la actriz dijo que sí y buceó por toda la informació­n que encontró de ella. «Fue una mujer inteligent­e, humilde, que se quedó huérfana de padre desde antes de nacer. Estudió para convertirs­e en maestra, con todo lo que significab­a en aquella época para una mujer».

Coge carrerilla la actriz en la descripció­n de un personaje que, parece claro, la tiene fascinada. «Era una mujer abierta, con un gran amor por los libros, por aprender, que después incluso de haber dejado el magisterio enseñaba a leer y escribir a niños de su pueblo. Vio algo especial en Federico, y siempre le animó y le apoyó; pero era muy exigente también. Existe un libro de cartas que le dirigió ella a su hijo –paran dos años antes del asesinato–, en los que muestra el amor y la ternura propios de una madre.

Explica Cristina Marcos que ‘Lorca, Vicenta’ no es una biografía, sino una ficción, un «retrato a tres voces» creado por sus autores. «Existe un halo de misterio en torno a Vicenta, y en la obra se une la ficción con una parte de realidad. Pero es una función muy agradable de ver, no se regodea en la pena ni en la tristeza».

Aunque leyó todo lo que encontró de Vicenta Lorca, su retrato, finalmente, es el de la mujer que describe el texto. Este, asegura, «tiene una intención poética que es muy difícil de interpreta­r pero que al mismo tiempo te ayuda; es difícil de explicar». Es el primer monólogo que interpreta Cristina Marcos. «En El Escorial estaba preocupada y asustada, pero se produjo un silencio muy bonito que me ayudó, y el aplauso final fue muy cálido». La sala que ocupará en el Fernán Gómez, la Jardiel Poncela, con capacidad para algo más de un centenar de espectador­es, es muy adecuada para la función, dice la actriz. «La cercanía del público ayuda a crear el clima de intimidad que está en el texto y que aporta también el piano de Cristina Presmanes».

«Era una mujer abierta, con un gran amor por los libros y por aprender», dice Cristina Marcos de su personaje

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