Gracias, Sánchez
El Gobierno está nacionalizando a hispanoamericanos que odian la izquierda y de formación extraordinaria
EN esta vida hay dos clases de seres humanos: los que clasifican a los demás en tipos de personas y yo, que no lo hago. Nunca. Por eso jamás les diré que existen dos clases de gobernantes de izquierdas: los idiotas y los astutos. De estos últimos nos libre Dios, pues el espíritu práctico y la carencia de escrúpulos son uno y lo mismo hecho carne en ellos, lo que los torna tremendamente eficaces: a Cuba o a China me remito. Lo más interesante de este tipo de líderes es que, tras su deceso, dejan regímenes tan consolidados que no importa si el siguiente ‘capo di tutti capi’ es un perfecto melón, como Maduro o López Obrador: el camino ya está labrado, con no tocar ningún botoncito de la maquinaria ya lo tienen. Incluso si lo hacen, caray. Cualquiera que esté familiarizado con la política mexicana es consciente de ello. Gente como Nacho Cano o Joaquín Sabina, por ejemplo.
Si algo conoce bien Cano es México: nadie invierte una fortuna y doce años de su vida en crear un musical que verse sobre la conquista de Hernán Cortés sin tomarse la molestia de investigar un poco sobre el hito histórico y, en general, sobre la idiosincrasia de uno de los países a los que exportará su producto. De Sabina, ¿qué decir? Íntimo amigo de Chavela Vargas, con quien grabó varias canciones memorables, por no mencionar la cadencia inconfundiblemente mexicana de sus éxitos más conocidos. Además de ser grandísimos artistas y de su relación con México, ambos tienen en común el haber caído en desgracia por declarar recientemente que no son de izquierdas. No entiendo la sorpresa: ¿quién puede conocer bien México y seguir creyendo en ideologías de este signo? Miento, sí entiendo el pasmo: los españoles vivimos muy de espaldas a nuestros hermanos hispanoamericanos. Y, los pocos que no lo hacen, suelen tenerlos como ejemplo a seguir en materia política, ¿se puede ser más bestia?
Sí, claro que se puede, lo estamos comprobando estos días pues, ‘¡Deo gratias!’, nuestros gobernantes son de la clase de políticos de izquierda idiotas, de ahí leyes absurdas como la del ‘solo sí es sí’» o la del maltrato animal. De lo que no se habla mucho es de la nacionalización masiva de todo tipo de descendientes de españoles (bisnietos, nietos o hijos) que ha implementado el Gobierno. Esta vez la idiocia juega a nuestro favor: Sánchez cree que incorporando ciudadanos procedentes de repúblicas bananeras consigue miles de votantes a favor de cara a las elecciones de mayo. ¿Ninguno de sus tropecientos asesores le ha comentado que los hispanoamericanos con ascendencia española tan directa suelen ser personas de clase media-alta y alta?, ¿gente que huye en masa a EE.UU. o a España porque sus países son un infierno en vida? El Gobierno está nacionalizando a hispanoamericanos que odian la izquierda, de formación académica y profesional extraordinaria y, en muchas ocasiones, tremendamente ricos. Así sí se palia de forma inteligente el problema demográfico y populista que aflige a España. Dos pájaros de un tiro: ¡gracias, Sánchez!